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El mito de los TLC: Firmen ahora y laméntense para siempre

Los Tratados de Libre Comercio (de aquí en más TLC) ya están entre nosotros. Son un hecho. Las únicas naciones de América que no cayeron bajo sus sensuales tentáculos son los cuatro miembros plenos del Mercado Común del Sur (MERCOSUR) -integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay-, Venezuela, Bolivia y Ecuador, aunque este último país negocia desde la debilidad de un Alfredo Palacio en posición de jaque.

La falta de institucionalización de los acuerdos existentes es una de las causas de este avance de las ideas neoconservadoras en la región. Tanto el MERCOSUR como la Comunidad Andina de Naciones (CAN) -integrada originalmente por Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela - se quedaron en la trampa del simple tratado comercial y no avanzaron en la integración auténtica.

La CAN fue creada en 1969, por los gobiernos de Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú. Venezuela se integró en 1973. Pero en 1976, se produce la primera deserción, al decidir el gobierno del dictador Augusto Pinochet que Chile abandonase la comunidad. Nótese que fue precisamente el padre del modelo chileno actual (el país que más TLC tiene suscritos a nivel mundial) quien produjo la salida del área aduanera.

La semana pasada, el presidente Hugo Chávez anunció que Venezuela iba a abandonar la CAN a raíz de los TLC que Perú y Colombia -en ése orden- habían acordado con Washington, y que Ecuador negocia sin demasiado convencimiento en uno u otro sentido. Y en una información que publicó el diario financiero " The Wall Street Journal", se consigna que Bolivia va a abandonar la CAN y se va a completar su integración al MERCOSUR, si Colombia, Ecuador y Perú siguen con sus planes de firmar un tratado de libre comercio con Estados Unidos, según dijo el ministro de Hacienda boliviano, Luis Arce.

Esta información fue luego desmentida por el vicepresidente boliviano, Alvaro García Linera, quien dijo que su país “de ninguna manera” piensa seguir los pasos de Caracas. “Venezuela no pierde nada si sale, nosotros sí”, agregó el vice de Evo Morales en declaraciones al diario argentino Clarín.

Según refleja ese mismo diario, fuentes del Palacio Quemado (sede del Ejecutivo boliviano) que pidieron mantener el anonimato, aseguraron que para el gobierno, la CAN está muerta. "Terminaron con ella los TLC ", señalaron, en lo que a esta altura es un discurso unívoco en La Paz.

Dos que entran al MERCOSUR, pero ¿dos que salen? En los últimos días se reiteraron las quejas de Uruguay ante el funcionamiento del bloque mayor de Sudamérica. “El Mercosur, así como está planteado, no nos sirve” dijo el presidente Tabaré Vázquez en más de una oportunidad. Aunque siempre aclaró que a su país le conviene pertenecer al mercado vigente desde el 1 de enero de 1995.

También se oyeron voces de quejas en otro miembro del bloque, Paraguay. Asunción también mostró su desazón por las cada vez mayores trabas a las exportaciones de origen guaraní principalmente hacia Argentina y Brasil, y por la dificultad que tienen sus productos para acceder a las salidas marítimas. Aunque esta economía coloca en los mercados vecinos más de la mitad de lo que produce.

Tanto Montevideo como Asunción "histeriquearon" con Washington la posible adhesión a la ola libremercadista. Pero no debe olvidarse que lo que Estados Unidos ofrece no va más allá de permitirles ingresar sus productos al gigantesco mercado interno norteamericano. Una propuesta muy tentadora para los sectores exportadores, claramente concentrados en nuestra región y cuyo comercio internacional no es ni siquiera influenciado por las decisiones de los residentes. Pero que deja de lado para siempre la contracara de estos acuerdos: el delicado tema de la inmigración.

En el MERCOSUR, las personas al igual que los bienes pueden circular libremente. Lo más cercano a una traba al ingreso de seres humanos es el corte de los puentes que unen a Argentina y Uruguay -y que llevaron a que Vázquez dijera que su país se encontraba en igual situación que Cuba a raíz del embargo de Estados Unido-. Pero en verdad se trata de una medida de los ciudadanos de las ciudades que creen verse afectados por la instalación de dos plantas químicas productoras de pasta celulosa sobre la margen oriental del río Uruguay. Ciudadanos de ambos países pueden ingresar libremente por cualquier otro sitio.

Además, todo TLC incluye una cláusula que se conoce como “reconocimiento de nación más favorecida”. ¿De qué se trata? A los integrantes de una futura unión aduanera que pudiesen haber firmado otros TLC con distintas naciones se les respetas esos tratados anteriores y por lo tanto las respectivas naciones podrá seguir vendiendo en las condiciones que se hubiesen pactado.

Por ejemplo, pongamos el caso de México que desea ingresar al MERCOSUR. Ese país a su vez integra el Northern American Free Trade Agreement (Nafta) con Estados Unidos y Canadá; además, es el segundo país con mayor cantidad de TLC suscriptos detrás de Chile. El MERCOSUR tiene un arancel externo común (AEC) que aplican los cuatro integrantes para los bienes producidos fuera del bloque. Si México ingresase, debe aplicar el AEC, con la excepción de aquellos países con los cuales ya tiene un TLC, Estados Unidos y Canadá por ejemplo.

De esta forma, es fácil concluir que con cuantos más países Washington firme tratados, más cerca está de constituir el ALCA ¿Por qué? Porque la producción estadounidense ingresa cada vez a más mercados con arancel cero, mientras que los países menores deben competir por terceros mercados contra la producción de Estados Unidos. La cláusula de la “nación más favorecida” favorece a la mayor economía mundial.

Aunque sobre este tema es bueno desmitificar el ingreso de producción "Made in USA". Para la mayoría de las naciones, el problema no es el ingreso de bienes industriales; la mayoría de los países de Latinoamérica dependen de la importación de manufacturas. El problema es el ingreso de bienes agrícolas subsidiados, sector en el cual son competitivos y casi el único en el cual están centradas las expectativas.

Ya se produjo un caso concreto en este sentido. El principal abastecedor de soja de Colombia es Bolivia. Desde la firma del TLC entre Bogotá y la Casa Blanca, ahora serán los productores del medio oeste estadounidense quienes van a abastecer a los 43 millones de colombianos. Gana Washington, pierde La Paz.

Para el mandatario boliviano, Evo Morales, los TLC son el gran problema que afecta a la región, por lo que al tiempo que le envió una carta a su par Chávez pidiéndole que intente dialogar antes de salir de la CAN, también criticó con dureza a Perú y a Colombia por firmar los tratados sin pensar en el interés regional y les pidió que revean su posición.

Morales acaba de firmar en La Habana un Tratado de Comercio de los Pueblos (TPC), una iniciativa en el marco del Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA), que el presidente venezolano busca oponerle al frustrado ALCA, impulsado por el gobierno de George W. Bush.

La Unión Europea (UE) es mostrada como ejemplo de auténtica integración. No sólo los bienes circulan libremente entre sus quince integrantes actuales, sino que los habitantes de cada uno de estos países se convierten en ciudadanos comunitarios.

La legislación, los sistemas educativos, la seguridad social cada día se asemejan más entre los distintos estados. Existen proyectos científicos y tecnológicos comunitarios. En doce de estos países existe una moneda común y única, el Euro. En forma tortuosa avanza el proyecto de una Constitución europea y hasta el de unas Fuerzas Armadas comunes. Nada de esto es discutido con seriedad en nuestra región, donde en un momento dado de nuestra historia conformamos una única nación, a excepción de Brasil.

Además, el proceso de integración europeo cuenta con un factor determinante: la abultada billetera de algunos de sus integrantes. De hecho, Alemania lleva aportados millones de dólares en concepto de ayuda a las naciones más pobres, es decir, España, Grecia y Portugal. En nuestra América latina, no hay ningún país en condiciones de cumplir el rol de Alemania.

Sin embargo, existen ámbitos donde la integración puede avanzar en forma segura. El sector energético y la integración física pueden ser buenas oportunidades para avanzar más allá de la retórica.

En este sentido, adquiere vital importancia el proyecto bautizado Gasoducto del Sur, un proyecto para tender una serie de ductos entre Venezuela, Brasil y Argentina, y que en el reciente encuentro de San Pablo entre el anfitrión Lula Da Silva, el argentino Néstor Kirchner y el venezolano Chávez decidieron invitar a todas las naciones del Cono Sur a sumarse a esta titánica obra de ingeniería.

Además, se encuentra en marcha el proyecto Petrosur, que busca la integración de las petroleras del subcontinente en megaproyectos comunes. Argentina no posee una empresa petrolera estatal, ya que en 1995 privatizó la compañía YPF.

Brasilia y Buenos Aires presentaron el jueves pasado un vehículo de transporte militar ligero, que van a construir en conjunto ambas Fuerzas Armadas. Y en el anterior encuentro de ambos mandatarios, se acordó avanzar en el diseño naval y aeroespacial conjunto.

Todos estos temas que mencionamos quedan absolutamente descartados cuando se habla de TLC. De hecho, luego de doce años de Nafta, Estados Unidos levanta un muro para separarse físicamente de México y de toda Hispanoamérica, como la denominan ellos.

Cada estado que firma un TLC resigna el tipo de integración en serio que mencionamos antes. Solo resta el estatuto de “nación más favorecida”, el inconveniente que significa negociar con el más poderoso sin ningún as en la manga, y el agotamiento en el simple “acuerdo de libre comercio”, salvo que a futuro cambien las condiciones y Washington decida -en defensa de sus propios intereses- que es conveniente avanzar en algún otro sentido.

La tentación ante el TLC es magnánima. Las promesas de progreso infinito prendieron en gran parte de nuestras sociedades, gracias a la todopoderosa propaganda de los grandes conglomerados de difusión masiva, y muchos consideran este postulado como verdad absoluta.

Debiésemos investigar con más seriedad qué es lo que pasó en México, unido a Estados Unidos a través del Nafta, y quizás el ejemplo más tangible y verificable de cómo puede ser el futuro de nuestra gran nación en caso de que avance el ALCA: el Estado Libre Asociado de Puerto Rico.

Quizás observando qué pasa en esos dos escenarios podamos evitar caer en tentación. Para evitar así lamentarnos por toda la Eternidad.

pabloramos@prensamercosur.com.ar


 source: Agencia Periodística del Mercosur