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Europa busca un acuerdo comercial neoliberal con los países andinos

29 May 2007

Se buscaba un instrumento de integración que equilibre el comercio y la cooperación y que, al menos retóricamente, se diferencie de los tratados de libre comercio y el ALCA de Estados Unidos. Y a pesar de todo ello, el comercio ocupa otra vez el centro de la relación CAN-UE, según el formato de acuerdo propuesto por la UE hace menos de dos meses.

El 24 de abril, el Consejo de Ministros de la UE de Asuntos Generales y relaciones exteriores aprobó en Luxemburgo el mandato de la Comisión Europea para negociar cinco tratados de libre comercio (TLCs) con India, Corea del Sur, países del ASEAN, América Central y los Países Andinos. El documento plantea como prioridades la liberalización “progresiva” de los intercambios comerciales” y la negociación de una zona de libre comercio (ZLC) con los andinos.

Los europeos quieren negociar un acuerdo comercial “único e indivisible que vaya más allá de las obligaciones presentes y futuras de las partes con respecto a la OMC y que establezca, después de un periodo de transición compatible con los criterios de la OMC, una ZLC que, sin excluir ningún sector, tenga en cuenta, de la manera menos restrictiva posible, la dimensión de desarrollo y la sensibilidad específica de determinados productos”.

Según sus directrices de negociación, los objetivos de Europa serían “profundizar el proceso de integración regional, ayudando a crear las condiciones para reducir la pobreza, promover empleo digno y un acceso más equitativo a los servicios sociales”. Los europeos insisten en buscar una “asociación política basada en el respeto y la promoción de los derechos humanos, la democracia y la buena gobernabilidad”. Pero esas declaraciones de buenas intenciones contradicen el espíritu neoliberal del sobredimensionado componente comercial del acuerdo.

La UE dice explícitamente que busca ir más allá de los Acuerdos de la OMC, incluyendo temas como las Compras Estatales, Servicios y Políticas de Competencia (conocidos como los temas de Singapur), los cuales fueron rechazados por los países en desarrollo en la reunión de la OMC en Cancún en 2003 por ser políticas contrarias al desarrollo.

La Unión Europea reconoce las asimetrías (reglas diferentes para economías diferentes), lo que sin duda es un avance. Sin embargo, al mismo tiempo subraya que las asimetrías tienen que ser “reducidas al mínimo”. En la concepción europea, el reconocimiento de reglas diferentes significa conceder un plazo de 10 años para desmantelar las tarifas y otras formas de protección de la industria nacional, como si dentro de una década los países andinos estarían listos para competir en igualdad de condiciones con un bloque que tiene una economía 1000 veces más grande que la de Bolivia.

Los europeos también aclaran que las excepciones por productos o por sectores sensibles tienen que ser “reducidas al mínimo”. La Unión Europea desea una liberalización en las compras estatales de los sectores de agua, energía, transporte y comunicación, que son muy sensibles después de la férrea lucha popular por la recuperación de los recursos naturales y las empresas privatizadas.

Lo peor de todo es que si un país andino ha firmado un acuerdo de libre comercio con un tercer país, como por ejemplo Estados Unidos, "los inversores de la UE deberán recibir al menos un trato paritario como aquel brindado a los inversores y proveedores de servicios de este tercer país". Esta exigencia es especialmente peligrosa para Ecuador y Bolivia, que estarían obligados a entregar a Europa lo que Colombia y Perú sirvieron en bandeja de plata a los norteamericanos.

Se había pedido que no haya desequilibrios. “Dada la asimetría entre las partes, Europa debía hacer más esfuerzos en las inversiones, en la ayuda económica al desarrollo que en el comercio en sentido estricto”, dijo el eurodiputado socialista Yañez-Barnuevo, quien negoció con todos los grupos políticos enmiendas que permitieran “disminuir el acento neoliberal del informe”. Consiguió de alguna manera “matizar algunos párrafos", pero sin lograr el suficiente equilibrio entre los tres componentes: el diálogo político, la cooperación y el comercio.

En el informe del Parlamento se declara el respeto y defensa de los derechos humanos y la justicia económica, pero todo esto suena a retórica. “Se ha perdido una buena ocasión para alentar unas relaciones bi regionales con visión multidimensional que garanticen un desarrollo humano sostenible de los pueblos andino y centroamericano”, declaró el eurodiputado Raúl Romera del Grupo Verde.

La política comercial de la UE en América Latina debe entenderse en su real dimensión. Sudamérica es de importancia estratégica tanto para Estados Unidos como para la UE. EE.UU. busca afianzar su hegemonía en la región y los mercados de ALC son importantísimos para las transnacionales europeas. Los crecientes vínculos de América Latina con Asia, en especial con China, la convierten en un mercado de aún mayor importancia estratégica para la UE.

Nueva etapa de negociación

La Comisión Mixta de la CAN - UE, un mecanismo establecido en 1993 en virtud del Acuerdo de Cooperación- se reúne en su IX sesión en La Paz el 29 y 30 de mayo para avanzar en las negociaciones. Hasta ahora se han realizado ocho Comisiones Mixtas en diferentes países de la subregión y de la UE, la última en Lima en 2004, oportunidad en la cual se dio inicio al “Proceso de Valoración Conjunta” de ambos bloques.

El documento de valoración fue aprobado en julio pasado en Bruselas, y tiene por objetivo hacer un análisis fotográfico del proceso de integración andino en los ámbitos de comercio de bienes y servicios, asuntos aduaneros, transporte y arancel externo común andino. La UE exige que los países andinos armonicen sus procesos, pero no hay ni una sola recomendación de los andinos a los europeos.

Los países andinos presentaron un documento explicando las bases de negociación que desearían: El reconocimiento de las asimetrías entre los dos bloques (CAN-UE) y al interior de la CAN, el respeto de los diferentes enfoques y modelos económicos de los países de la CAN y mayor flexibilidad y trato especial para Bolivia, permitiéndole dejar fuera de la negociación comercial los servicios públicos, las inversiones, las compras públicas y la propiedad intelectual.

El 5 y 6 de marzo de 2007 se llevó a cabo en Lima una reunión informativa sobre los avances internos en cada uno de los bloques. En esa oportunidad, los países miembros expresaron la importancia de adelantar un proceso de negociación que contemple la protección y utilización sustentable de los recursos naturales y la consideración del cambio climático y disposiciones laborales.

Los andinos reclamaron que se parta de la consolidación de las preferencias arancelarias otorgadas en el marco del SGP Plus. Ecuador solicitó un tratamiento especial en lo referente a la cooperación.

En la agenda de discusión que comienza este martes en La Paz se evaluará la situación en las dos regiones incluyendo a terceros países. La UE realizará una presentación sobre el ingreso de Bulgaria y Rumania al bloque europeo, así como las negociaciones que estaría emprendiendo o tiene en curso con terceros países. Los andinos, en particular Bolivia, comentarán sobre su vinculación con el Mercosur.

En la materia de cooperación se realizará una evaluación del apoyo que brinda la UE a los países andinos y a la Secretaría General, así como los nuevos programas de cooperación previstos para el futuro.

Optimismo en el norte, pesimismo en el sur

A pesar del marcado sesgo neoliberal de las directrices de negociación de la UE, las redes europeas que monitorean las negociaciones CAN-UE identifican algunas recomendaciones importantes que se mantienen en el Informe del Parlamento que son fruto del trabajo de los grupos ALOP y 11.11.11.

Según estas redes, en las directrices de negociación de Europa se observan señales claras de apoyo al proceso de integración en todos los ámbitos, privilegiando el Acuerdo entre bloques, sin dejar de lado el tratamiento diferenciado al interior de la CAN. También destacan el deseo manifiesto de promover la participación estructurada de la sociedad civil y la inclusión de la Cláusula Democrática y otras de carácter social como el Convenio 169 de la OIT, incorporando una referencia expresa a los mecanismos que aseguren su operatividad.

Los activistas europeos destacan también la búsqueda del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, la necesidad de garantizar la coherencia de las políticas a favor del desarrollo y el reconocimiento de que el objetivo prioritario de un acuerdo de asociación es la erradicación de la pobreza.

Las organizaciones sociales de la región andina son más bien pesimistas en cuanto al desarrollo de las negociaciones CAN - Europa. Para ellos, es un mito que los europeos son más “civilizados” y “humanistas” que los norteamericanos, pues en realidad están buscando un tratado de libre comercio cuyo centro es el lucro y la ganancia.

Para los movimientos sociales de los andes, las formulaciones sobre diálogo político y cooperación pueden convertirse en un instrumento de interferencia en los asuntos internos. En esos términos, no hay posibilidades de un Acuerdo de Asociación “más humano y equitativo”.

El Movimiento Boliviano por la Integración y contra el TLC denunció que el acuerdo planteado por Europa no le conviene a Bolivia porque reproduce la ideología neoliberal de los tratados comerciales propuestos por Estados Unidos.

Los gremios nacionales recuerdan que la liberalización comercial y el achicamiento del Estado aplicados en Bolivia en los últimos 20 años han ocasionado la pérdida de ingresos y de fuentes de empleo, y el aumento de las desigualdades sociales. El proyectado Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos fue rechazado por casi todos los movimientos sociales, en el entendido de que profundiza este modelo que beneficia a reducidos sectores privilegiados. Esta mala experiencia ha permitido clarificar que el “libre comercio”, tal y como lo entienden las potencias occidentales, buscan ante todo proteger sobredimensionadamente las inversiones extranjeras, supuesto motor del desarrollo, aún a costa de perjudicar a la gran mayoría de la gente.

“Vemos con mucha preocupación la resolución del Parlamento Europeo en la que se pide el establecimiento de una Zona de Libre Comercio porque sabemos exactamente a lo que se refieren. Se leen bonitas palabras y expresiones sobre derechos humanos, reconocimiento de asimetrías, etc., pero el lenguaje es una cosa y la presión de las transnacionales en Europa para conseguir ventajas máximas durante las negociaciones es otra. Por experiencia propia sabemos que estos acuerdos basados en una visión de desarrollo liberal se constituyen en una maquinaria que luego es difícil parar. La inclusión de temas como servicios públicos, propiedad intelectual y otros bajo una zona de libre comercio seguiría, entonces, una lógica neoliberal, y eso es preocupante”, indica una declaración del Movimiento Boliviano.

El movimiento popular boliviano es enfático al afirmar que no aceptará un Acuerdo basado en principios de “libre comercio” que restrinja la capacidad de los Estados para defender los servicios públicos, regular las inversiones y proteger la biodiversidad. Las organizaciones sociales esperan un acuerdo solidario entre los pueblos europeos y andinos, basado en principios de complementaridad y más que todo “con reglas desiguales para realidades desiguales”.


 source: Movimiento Boliviano por la Soberanía y la Integración solidaria de los pueblos: Contra el TLC y el ALCA