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La revolución costarricense: la magna y verdadera transformación

La revolución costarricense: la magna y verdadera transformación

Miguel Alejandro Gutiérrez Pizarro

18 de mayo de 2008.

La necesidad de cambio en Costa Rica es impostergable. A diferencia del pasado, actualmente existen gran cantidad de análisis que diagnostican y revelan los graves problemas del país. Desde hace décadas, se está advirtiendo sobre la urgencia de cambio y la discusión pública ha sido extensa y extenuante. En general, en la sociedad costarricense existe un consenso de que no se avanza, que hay una crisis generalizada y que cada día se vive en peores condiciones. Una muestra de eso, son las múltiples propuestas formuladas por diferentes sectores de la sociedad civil para tratar de empezar el cambio.

Lamentablemente, el sistema político costarricense, una simulada democracia convertida en una oligarquía de mafiosos, no permite la incorporación de las propuestas de los ciudadanos honestos, los cuales están indignados de la corrupción reinante en todos los niveles de gobierno, en gran parte de los funcionarios públicos y del sector empresarial. Toda iniciativa es desmantelada por el régimen, al viejo estilo de los regímenes fascistas, en Costa Rica las iniciativas ciudadanas son reprimidas porque a la oligarquía sólo le interesa una ciudadanía que no critique, que no piense y que no aspire al poder. Además, cualquier intento de poner en duda al régimen es aniquilado aislando al opositor, calificándolo de “comunista y agitador” y usando todo el aparato represivo (con actores como la iglesia, los sindicatos, los falsos periodistas o las seudo instituciones de impartición de justicia). Esto ha provocado un descrédito generalizado de la labor política y las instituciones en general. Definitivamente, si hay que señalar a los culpables, es imprescindible decir que son: los políticos de tarima, su ejército de chupópteros1 y su tropa de esbirros2.

Esos indeseables han logrado toda clase de privilegios a partir de la ignorancia y la pasividad del pueblo costarricense. Estos desalmados se han aprovechado de la Patria cuantas veces han querido. Con dinero y corrupción han desquebrajado el aparato institucional del país. No han necesitado de usar la fuerza bruta porque han disparado cañonazos de puestos públicos, bonos, sobornos, privilegios, etc, que han sido irresistibles para su voraz clientela. Además, su enfermizo y recurrente uso del engaño y la manipulación, a través del licor, la religión, los medios de desinformación y la cultura del chisme, ha sido un potente somnífero para el ciudadano. Al final, el costarricense está acorralado con expresiones como el porta mi, o para qué hacer algo sino cambia nada y la popular serruchada de piso.

Considero de poco provecho seguir insistiendo en denunciar las múltiples formas en que se legitima el Antiguo Régimen. Opino que eso debe de cambiar porque nos beneficiará a la mayoría. Hay que pasar esta triste página del pasado, porque es hora del cambio y la llegada del Nuevo Régimen ¡Es imperativo dar ese gran paso porque lo necesitamos, ya es el momento de quitar de nuestro camino eso que nos estorba! Por lo que no es utópico decir que la gran transformación social - político - económica es inminente con la Revolución.

Los ciudadanos latinoamericanos están cansados de malos gobiernos, de pobreza, de falta de oportunidades y de vivir bajo el yugo de oligarquías en sintonía con intereses transnacionales (en especial anglosajones y europeos). Por eso, ha sido notoria la tendencia electoral favorable, de los latinoamericanos, por proyectos progresistas como lo son: Chávez en Venezuela, Bachelet en Chile, Lula en Brasil, Correa en Ecuador, sólo por mencionar algunos. Los resultados positivos de esos gobiernos son diversos, en especial porque han demostrado su capacidad para gobernar a pesar de las presiones de grupos de interés y de la mafia latinoamericana (con presencia vitalicia en la oligarquía costarricense). Los gobiernos progresistas latinoamericanos han logrado superar a los fantasmas del populismo y del caudillismo irresponsable, los cuales eran los mitos y las críticas permanentes de los representantes de la mafia. Por ejemplo: la estabilidad chilena de los gobiernos post Pinochet es indiscutible o la moderna constitución de Venezuela que ha permitido llevar en varias ocasiones al presidente Chávez a referendo para revocatoria de mandato y que ha dado una legitimidad insuperable a su gobierno y un poder permanente al soberano: el pueblo. Estos gobiernos progresistas llegaron después del desgaste de las opciones políticas “tradicionales”, más preocupadas por mantener el poder y los privilegios que en atender las necesidades de sus ciudadanos. Opino que es absolutamente plausible que los hermanos latinoamericanos hayan despojado del poder a esos representantes de más de lo mismo y se respeta la forma en que cada país tomó esa decisión.

Los costarricenses no pueden negarse la oportunidad de aspirar al cambio. Es válido soñar con ser mejores y con una sociedad progresista, que avance con justicia y solidaridad. Estoy seguro que la mayoría del pueblo costarricense tiene la ilusión de construir una sociedad mejor para las futuras generaciones y que su obra perdure en el tiempo. Y esa aspiración es totalmente legítima y gran parte de los ciudadanos no se han dado cuenta de que están inmersos en la gran transformación de Costa Rica. La clave está en la debilidad del sistema de partidos (con un abstencionismo dominante y creciente), en la necesidad de un referendo para el TLC con Estados Unidos y en el constante ímpetu ciudadano por asumir un papel protagónico (el costarricense aspira a una democracia participativa no una dictadura representativa3). El punto de quiebre ha sido definitivamente el gobierno no constitucional de Arias y su golpista reelección presidencial, y por supuesto, el Memorando Casas - Sánchez que reveló el terrorismo de Estado y el uso de las instituciones para violentar el referendo y la voluntad ciudadana en 2007.

La realidad es que el verdadero cambio no puede seguir siendo detenido por intereses personales, de grupos políticos, económicos, etc. También es evidente que las promesas de los políticos de tarima no se concretan en acciones. Por lo tanto, no se puede creer en sus mentiras, porque ellos prometen resolver los problemas que ellos han provocado, lo que es un acto de cinismo. Esas personas no pueden luchar en contra del sistema corrupto que les da vida y que les perpetúa en el poder. Dentro de este selecto grupo están todos los partidos con aspiraciones meramente electoreras (PLN, PUSC, Movimiento Libertario), los candidatos fracasados (Ottón Solís y el PAC), los partidos turecas (minoritarios llenos de chupópteros, que venden su cariño al mejor postor como los falsos “comunistas ticos”), y los sindicatos en general. Todos estos son más de lo mismo.

La revolución ha empezado desde abajo. Es necesario que los ciudadanos sigan chocando y enfrentando al régimen. Deben de resaltar las expresiones para exponer y evidenciar a los políticos y empresarios deshonestos. Los ciudadanos no deben ser cómplices de sus argucias ni exaltarles su ego. En fin, el objetivo es aislar a estas escorias de la sociedad, que los ciudadanos sean una cosa y que los corruptos otra.

El siguiente paso es expandir el cambio, comunicarlo y llevar el mensaje a cada rincón de Costa Rica. Debemos construir los costarricenses una revolución participativa, masiva y popular. Es necesario entrar a los salones de clase, explicar el rumbo que lleva el país y formar conciencia ciudadana. Debemos comprometernos con las nuevas generaciones a entregarles un país sin miseria, esa herencia infame que la oligarquía se ufana en dar, mientras que unos pocos viven en el derroche y en la opulencia. Con los jóvenes se tiene que hablar con la verdad, no con la historia oficial llena de mentiras y de hechos intrascendentes, sino con una visión crítica de la situación que vivimos y del proyecto de país que están invitados a construir...

Luego en los pueblos y ciudades deben de abrirse los espacios para el debate político. Los costarricenses tienen el derecho a hacer con la política lo que es su verdadero fin: servir para la resolución de los problemas nacionales. Es totalmente legal y moral discutir en los espacios públicos de las comunidades como son: los centros educativos, las pulperías, los parques, los salones comunales, etc. Se deben de instalar en todo el país los clubes constituyentes. La idea es que sean recintos de autoridad política en donde la población pueda canalizar todas sus luchas y manifestaciones contra la opresión política. Cada uno de los ciudadanos que asistan a estos lugares serán diputados constituyentes que formularán la manera en que el cambio se aplicará en sus comunidades y en el país. La revolución es desde abajo.

Los clubes serán sitios de representación política. En éstos, los políticos van a ser constantemente vigilados y coaccionados por el poder popular o constituyente, para evitar desviaciones en el sentido del cambio. El fin es crear este poder que movilizará al ciudadano, que organizará a las comunidades y que las representará en la toma de decisiones.

Propongo la creación de los Tribunales del Pueblo en los clubes constituyentes, en donde serán juzgados todos los políticos de tarima, los chupópteros y la tropa de esbirros. Cualquier fechoría de estas escorias será analizada y juzgada. Se ventilarán asuntos políticos como una forma de oposición para acabar con la “dictadura representativa”. Se aceptarán denuncias de todos los ciudadanos sin distingo de clase social. El objetivo será sentenciar moralmente a todos aquellos que utilicen el poder para satisfacer su desenfrenada codicia. Para eso, cada Tribunal podrá declarar selectos títulos como Prófugo del Pueblo o publicar y ridiculizar a los personajes políticos sentenciados. Propongo que el primer caso que juzguen los Tribunales del Pueblo sea el Memorando Casas - Sánchez y que emitan la respectiva sentencia al hoy autoproclamado “Presidente de la República”.

El cambio en Costa Rica debe de estar centrado en una lucha frontal en contra de la corrupción y de la impunidad. Debemos sustituir el trillado discurso de la lucha de clases, de la explotación del capitalismo, de la confrontación con el comunismo, de la derecha y de la izquierda. Los verdaderos revolucionarios costarricenses deben de ser los cruzados de la ética y la anticorrupción. La vocación de la honestidad es inherente de los buenos ciudadanos costarricenses y será un pilar del cambio. Resulta obvio que la pobreza y la injusticia no se eliminarán nunca de nuestro país mientras exista la corrupción. Por eso, el desarrollo económico va acompañado con pulcritud en el manejo de la administración pública y de los mercados. Por lo tanto, a los representantes de la corrupción: los políticos de tarima, los chupópteros y los esbirros, hay que eliminarlos como un cáncer social. La moraleja es: duro contra los corruptos, es el único camino que nos queda.

Para una verdadera transformación los clubes constituyentes deben de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, en donde se discuta el proyecto de país, se cree una nueva constitución política y un nuevo marco jurídico para lograr los objetivos de erradicar con la corrupción y construir una sociedad con mayor desarrollo económico y justicia social. La Asamblea será un sitio de confluencia de diversos proyectos políticos del poder popular y dará el respectivo final al Antiguo Régimen y castigará corporalmente a los responsables del caos en Costa Rica. Por eso, en los clubes y la Asamblea estarán excluidos los políticos de tarima, los chupópteros y los esbirros, esto debido a que estos personajes serán perseguidos públicamente.

En nuestro país, están próximas las elecciones del 2010. Creo imperativo no asistir a legitimar otro fraude más, hay que aumentar el abstencionismo que es una opción totalmente legítima para expresar el descontento con el acontecer político en Costa Rica. Todo esto excepto si ya hay una opción que garantice la implantación de la Asamblea Constituyente porque de ésta emergerán las nuevas instituciones políticas nacionales y se abolirá cualquier vestigio del Antiguo Régimen, porque no se puede edificar un país desarrollado manteniendo los vicios del pasado.

A los ciudadanos honestos, a la iniciativa privada responsable socialmente y a los diversos actores sociales les invito a participar del cambio. Ustedes representan a los verdaderos intereses nacionales y es importante que asuman un rol protagónico. El país requiere invertir en salud, infraestructura, educación y no podemos seguir esperando años a que llegue un caudillo que lo resuelva todo ¡Estoy plenamente seguro que de los clubes constituyentes saldrán los liderazgos que tanto Costa Rica espera!

El cambio costarricense sólo se construirá con un pueblo educado y lleno de fe; con libertad de culto, con iglesias que representen a sus feligreses no a sus cúpulas podridas; con transformaciones que arrasen con las fuerzas conservadoras de privilegios; con una unidad cívico - militar que permita a las fuerzas armadas y a la ciudadanía trabajar en armonía; con una constitución de vanguardia que lleve al país al desarrollo; con un cambio radical en la distribución de la riqueza y en el cobro de impuestos; con ciudadanos llenos de esperanza, que crean en sus líderes y en el porvenir; con políticas públicas de largo plazo; con un consenso político de proteger los intereses nacionales; con una visión hacia el exterior comprometida a expandir el cambio a otras fronteras; con ética en la función pública y en el manejo de los mercados. Todo esto no es una utopía, será una realidad porque el poder de uno es indiscutible, pero el poder de muchos es implacable...

www.miguelgutierrez.3a2.com

Notas.

1.Uno de los cuentos más arraigados en el costarricense es que al abolir Pepe Figueres el ejército en 1948 Costa Rica destinó la economía en el gasto militar a la educación. ¡Falso! Lo cierto es que el porcentaje del presupuesto que consume la educación se mantuvo invariable y los recursos correspondientes fueron paulatinamente a parar a las billeteras de un creciente ejército de chupópteros -disparador del gasto público y el déficit fiscal- comandado por pensionados de lujo de distintos rangos. Hay generales como Facio y Cañas, y soldados saqueadores como los gemelos Salas. Oscar Arias es hoy el Comandante en Jefe, con una millonaria e insolidaria “pensión de gracia”. Carlos Roberto Loría, Abolición del ejército de chupópteros, Campanada, San José, núm. 341, 17 mayo de 2006.

2. m. Secuaz a sueldo o movido por interés. Diccionario de la Lengua Española, Real Academia Española de la Lengua, 26ª ed., 2008.

3. En donde vota por representantes cada 4 años y los cuales sólo se ven en tiempos de campaña electoral... La historia es conocida.


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