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TLC: el arma secreta que impulsa EE UU y que sigue generando controversias

TLC: el arma secreta que impulsa EE UU y que sigue generando controversias

Por Manuel Alfieri, 27-6-15

A casi una década del histórico no al ALCA en Mar del Plata, Washington negocia en la actualidad tres acuerdos de libre comercio con más de medio centenar de países.

El próximo 5 de noviembre se cumplirá una década de aquel histórico NO al ALCA en Mar del Plata, donde los principales líderes de la región rechazaron el tratado de libre comercio que Estados Unidos intentaba diseminar por toda América Latina. Ese hito, que tuvo como protagonistas a Néstor Kirchner, Lula da Silva y Hugo Chávez, fue clave para empezar a diagramar un proceso de integración regional distinto al de los años ’90, publica Tiempo Argentino.

Uno de los pilares de esa nueva política fue, efectivamente, el cuestionamiento de los tratados de libre comercio impuestos por la Casa Blanca, tan caros a la era neoliberal y con consecuencias tan nocivas para las poblaciones y las economías del Cono Sur.

Sobre todo, porque implicaban liberalizar el comercio y ponerlo en manos del mercado y las empresas sin controles estatales. A pesar de eso, la posibilidad de sellar nuevos TLC dentro de la región no fue completamente descartada. De hecho, a mediados del año pasado, el Mercosur y la Unión Europea (UE) reflotaron las estancadas negociaciones por un acuerdo de asociación que comenzó a discutirse a finales de los años ’90 y que incluye temas políticos, económicos, comerciales y de cooperación. Ambas partes estuvieron cara a cara en la cumbre de la UE-Celac, celebrada entre el 10 y el 11 de junio pasado en Bruselas. Aunque el encuentro fue considerado positivo, no hubo muchos avances: el bloque europeo dijo que aún "no está listo" para proceder al intercambio de ofertas arancelarias con los sudamericanos, algo que podría ocurrir recién a fin de año.

"El Mercosur ya terminó hace un año su oferta".
Si bien el canciller argentino Héctor Timerman aseguró que "el Mercosur ya terminó hace un año su oferta", la demora en todo el proceso se debe, también, a las diferencias que existen entre los países sudamericanos a la hora de sentarse en la mesa de negociación. Los gobiernos de Argentina y Bolivia son los más reticentes a la firma de un acuerdo a cualquier precio. Ambos advirtieron sobre los riesgos que implicaría un tratado de libre comercio con las potencias europeas, que podría golpear a las industrias nacionales debido a un aluvión de manufacturas del Viejo Continente.

El más duro fue el presidente boliviano Evo Morales, quien amenazó con frenar el proceso de incorporación de su país al Mercosur en caso de que se concrete la firma del TLC con la UE. "Preferimos ampliar nuestro mercado regional solos que ser cómplices de una política inhumana que hace daño a las mayorías y beneficia a las minorías", dijo Morales. El mandatario, además, acusó al bloque europeo de coaccionar a los países latinoamericanos: "Si no hay libre comercio, no hay acuerdo. Eso es chantaje. Todavía existe una mentalidad colonial de invasión y dominación que provoca enfrentamiento".

Ante esa situación, en las semanas previas a la cumbre en Bruselas, el gobierno uruguayo de Tabaré Vázquez planteó la necesidad de que el Mercosur flexibilice sus normas y permita la posibilidad de firmar acuerdos por fuera del bloque o, al menos, negociar a "distintas velocidades" cuando no haya consenso entre los miembros.

Por esos días, Vázquez se reunió con su par brasileña, Dilma Rousseff, quien coincidió en que el acuerdo con la UE es prioritario. Sin embargo, tuvo una posición más cauta que el gobierno uruguayo e insistió con que la negociación se haga en bloque, sin distintas velocidades ni acuerdos por afuera como pretende Vázquez e incluso también la canciller alemana Angela Merkel. De hecho, algunas fuentes europeas consideraron la posibilidad de firmar el tratado con la UE incluyendo una cláusula que posibilite la adhesión de Argentina en un momento posterior. Algo que fue descartado, a priori, en la cumbre de hace dos semanas.

Los tratados de libre comercio que se discuten a nivel mundial también generaron un movimiento opositor, pero principalmente entre organizaciones sociales. En especial, por los tres acuerdos que tienen a Estados Unidos como protagonista e involucran, en total, a más de 50 países que concentran el 60% del PBI del planeta. Lo que ocurre es que no sólo son tratados que dan amplio margen de libertades a las multinacionales, sino que además se negocian bajo siete llaves, lo que intranquiliza a un numeroso grupo de organizaciones sociales.

El Tratado Transatlántico para el Comercio y la Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés), que involucra a Estados Unidos y la Unión Europea, tiene como fin, según dicen las partes, facilitar la inversión directa y la eliminación de obstáculos para el acceso al mercado de las empresas que operan a ambos lados del Atlántico. Para diversos dirigentes sociales, sindicales y políticos europeos es, en realidad, una amenaza para el bienestar social y la democracia por su falta de transparencia y sus guiños al mundo empresarial. "Con el TTIP, Estados Unidos y la UE quieren crear una gran zona de libre intercambio que escapará a todo tipo de control democrático. Las multinacionales podrán dirigirse contra las leyes nacionales en materia de medio ambiente, salud y seguridad alimentaria", denunció el activista Sébastien Franco, uno de los participantes de la marcha del pasado 18 de abril en Bruselas, donde 2000 personas le dijeron "NO al TTIP".

Otro de los tratados en fase de negociación es el Acuerdo en Comercio de Servicios (TISA), en el que participan 24 países de diversas regiones: Estados Unidos, todos los de la Unión Europea, Colombia, México, Paraguay, Uruguay, Israel y Pakistán, entre otros. El tratado promueve la liberalización a nivel global del comercio de servicios, como la banca y el transporte. Impulsado en 2013 por la Casa Blanca, también despertó gran rechazo entre los ciudadanos de a pie. Sin ir más lejos, hace algunas semanas miles de trabajadores uruguayos marcharon por Montevideo para protestar por la adhesión de su gobierno al TISA. "Nadie puede sostener que Uruguay va a hacer prosperar sus intereses y va a salir como una princesa del TISA. No se puede ser tan angelical y no entender que allí están las grandes corporaciones que fundieron al planeta en 2008", sostuvo el coordinador general de la central sindical PIT-CNT, Marcelo Abdala.

El último de los tratados impulsados por Estados Unidos es el Acuerdo Transpacífico de Asociación Económica (TPP), que intenta generar un espacio de libre comercio entre la Casa Blanca y diez países de Asia y el Pacífico, entre ellos Japón, Australia, Nueva Zelanda, Malasia, Brunei, Singapur, Canadá, Vietnam y los latinoamericanos Chile, México y Perú. Al igual que en el resto de los casos, las negociaciones generaron sospechas en amplios sectores. Incluso, entre algunos dirigentes políticos estadounidenses, en especial del ala progresista del Partido Demócrata.

Cada vez que se refieren a este tipo de TLC, los opositores rememoran el fracaso del NAFTA, el acuerdo de libre comercio al que se opusieron Kirchner, Lula y Chávez en Mar del Plata, después de que, con su implementación, la economía mexicana quedara destruida y los niveles de pobreza en el país azteca aumentaran precipitadamente. Un triste recuerdo que hace añicos los argumentos de aquellos líderes políticos y empresariales que hablan sobre los supuestos beneficios que los tratados de libre comercio brindarán a ciudadanos de a pie y trabajadores.


 source: Info News