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Falta mucho para que los andinos y Estados Unidos firmen el TLC

En las reuniones, que esta vez fueron bilaterales, se tocaron temas en detalle, pero no hay acuerdos. "Está claro que en acceso a mercados agrícolas y a mercados industriales tenemos una cantidad sustancial de trabajo que nos va a mantener en la mesa de negociaciones en los próximos meses", admitió la representante de Comercio Exterior de Estados para las Américas, Regina Vargo.

El proceso negociación del TLC entró en una fase crítica. Se aceleraron las negociaciones con minirrondas con el fin de que estas terminen a más tardar en junio, aunque ya se está hablando de la posibilidad de que el proceso se extienda hasta julio debido al atraso de algunas mesas, como agricultura y propiedad intelectual en el campo de patentes y protección a los productos farmacéuticos.

Los equipos negociadores sobre derechos de propiedad intelectual todavía no llegaron a acuerdos y postergaron hasta la próxima ronda en Lima el debate de tópicos como biodiversidad, recursos genéticos, salud pública y protección de datos. La mesa de inversiones también es complicada por su variedad y porque los países andinos tienen posiciones individuales.

A los temas conflictivos se añade la novísima propuesta de Estados Unidos de incluir una cláusula de exclusión en la firma del TLC para aquellos países que mantengan conflictos con empresas norteamericanas cuando concluyan las negociaciones.

Textiles: Estados Unidos dilata
La mesa negociadora sobre textiles reunida en Miami avanzó en la cooperación aduanera, pero la estrategia de no apresurarse adoptada por Estados Unidos tiene al borde de la desesperación a los negociadores de Ecuador, Perú y Colombia. Todavía "falta mucha tela para cortar", aseguraron los miembros del "cuarto del lado", una lúgubre oficina donde se encierran los empresarios de Colombia, Perú y Ecuador a esperar en cada ocasión el informe rutinario del gobierno, generalmente matizado de retórica y misterio.

Los temas fundamentales nunca se completan. Entre los más importantes se destacan los relacionados con la certificación de origen y salvaguardias. Pero además de estos aspectos eminentemente técnicos, con frecuencia parece perderse de vista el contexto de la negociación global, sobre lo cual los andinos parecen caer en la trampa de estar discutiendo un nuevo Atpa y no propiamente un TLC.
Estados Unidos propone eliminar los aranceles al sector textil y de la confección de los países andinos en un periodo de cinco años, lo que significa tirar por la borda el ATPDEA. También propone la exportación de ropa usada. Los negociadores andinos han respondido que ese tema no es negociable, porque se afectaría su producción nacional.

Si se impone un tope a las exportaciones andinas que ingresan al mercado de EEUU, a partir del cual se fijaría una salvaguardia, eso se vería como una restricción a las ventas de la región. Pero al mismo tiempo, si se desea ser más amplio y flexible aumentando el tope, esto implicaría que los andinos no se podrían quejar al ver crecer de manera importante las importaciones textiles procedentes de EEUU.

Para el mercado de EEUU las exportaciones andinas de textiles y confecciones escasamente representan el 1,2 % (1.400 millones de dólares) del total de las importaciones de este país. Las cuotas de libre importación otorgadas por EEUU en el seno del Atpdea apenas se han cumplido en un 20 %, lo que quiere decir que se está bien lejos de llegar a cometer un exceso frente a este gigantesco mercado.

Washington endurece su posición en agricultura
A Washington le parece inaceptable la propuesta andina de que ciertos productos agrícolas queden protegidos. Se puede aceptar procesos graduales de desgravación arancelaria, "pero debe haber una apertura significativa y un calendario hasta lograr el libre comercio", opina Vargo

Colombia planea hacer peticiones muy ambiciosas y concretas para su agricultura, anunció el jefe negociador del TLC, Hernando José Gómez después de la mala experiencia que vivieron Ecuador y Perú durante las reuniones bilaterales. Los andinos recibieron propuestas que no calaron bien entre los empresarios, el gobierno y la misma comunidad.

Colombia irá a la ofensiva en la cadena láctea. Eso significa que tiene la confianza suficiente para exportar quesos frescos, yogur y mantequilla al país del Norte de manera inmediata y sin aranceles, o sea en la llamada canasta A. O, en su defecto, determinar un contingente o cuota, pero también libre de impuestos. A los norteamericanos les encantaría colocar sin restricciones sus quesos semiduros. Más adelante están los huesos duros de roer, que en el caso colombiano se relacionan con los trozos de pollo, el maíz, el arroz y el frijol. Estos últimos tres cultivos tienen en Colombia un área sembrada de un millón de hectáreas y generan un millón de empleos. En carnes, lácteos y algunas oleaginosas también hay algún grado de sensibilidad. Se estableció extraoficialmente que los norteamericanos han ofrecido un acceso en canasta B, o sea libre de aranceles pero dentro de cinco años. Eso sería una desmejora, pues actualmente, por los beneficios del Atpdea, se pueden exportar a EEUU sin impuestos.

A los norteamericanos les preocupa el azúcar, el tabaco, los lácteos, las frutas y la competencia que en 2006 tendrá su aceite de soya con el aceite de palma.

En la octava ronda de negociación del TLC, Ecuador exigió una respuesta a la oferta hecha en la anterior reunión de Cartagena respecto a plazos de desgravación, salvaguardias y demás protecciones para una lista de 22 bienes agropecuarios sensibles, pero Estados Unidos no respondió y, al contrario, endureció su posición en cuanto a sus exportaciones de cereales.

Los estadounidenses pretenden exportar a Ecuador productos agropecuarios que compiten con los nacionales y que, por tanto, se consideran "sensibles". La potencia pretende exportar cadenas de cereales de consumo humano (cebada y trigo) y de cereales forrajeros (algunos cortes de carne porcina y avícola). Dentro de este último grupo, ocho productos (seis porcinos y dos avícolas) tienen una alta sensibilidad.

Ecuador planteó periodos de desgravación (eliminación de impuestos para la apertura total) que fluctúan entre los 10 y los 25 años, con unos 10 años de gracia para ejecutarlos, pero la pretensión estadounidense es mucho más agresiva. Prevé que Ecuador abra sus mercados en menores periodos o de forma inmediata.

Estados Unidos pidió a Ecuador una cuota para introducir 400 mil toneladas de maíz amarillo por año y un alza anual progresiva del cinco al 10% de esa cuota. El país del norte pidió para sí la totalidad de la cuota que da Ecuador para la importación del llamado "morochillo" necesario en la avicultura.

Perú ofreció dejar entrar, apenas se firme el acuerdo, 42,000 toneladas de arroz al año (3% del consumo nacional), cantidad que crecería 3% anual. En respuesta, EEUU solicitó que se liberalice el comercio de trigo, manteca de palma, cebada y diversos granos, además de una cuota de un millón de toneladas de maíz al año (casi 50% del consumo nacional). Además, la potencia se mostró poco dispuesta a flexibilizar los requisitos sanitarios y fitosanitarios.

La pregunta del millón es saber el porqué de la posición dura de EEUU. Hasta ahora, las respuestas son especulativas: en el Congreso hay oposición al CAFTA y no quieren nuevos TLC; es la táctica de negociación "al susto": si no aceptas, no hay TLC. Los optimistas dicen que son iniciativas individuales de los negociadores de EEUU que estaban sin jefe.

Lo cierto que si existe resistencia en EEUU frente a la firma de nuevos TLC, una actitud de rechazo particularmente marcada en algunos sectores del Congreso norteamericano y entre los representantes de sindicatos y ONGs. Después de los atentados del 11 de septiembre se ha perfilado una tendencia al ensimismamiento, a involucrarse menos con el resto del mundo. Eso también se refleja en el comercio y muchos se están preguntando si no tienen ya suficiente con los acuerdos firmados con México, Singapur, Chile, Centroamérica y muchos más países.

La carta política
Los escasos avances, para no hablar de franco entrampamiento, registrados en la reciente ronda intermedia en Washington han llevado a los andinos a jugar la "carta política" e introducir el tema del narcotráfico como elemento clave de la negociación.

Desde el inicio de la charla se sabía que en algún momento entrarían en la danza los "temas políticos" que no forman parte de la agenda comercial. Estos temas son la lucha contra el narcotráfico, la lucha contra el terrorismo, el pedido de EEUU de excluir a sus soldados de ser juzgados por el Tribunal Penal Internacional (en caso de acusaciones de crímenes de guerra en terceros países), y el acceso a los recursos energéticos (petróleo y gas natural, vistos por EEUU como parte de la seguridad energética hemisférica).

Cuando aún faltan por lo menos dos rondas y cuatro meses para el final de las negociaciones (ya postergado en dos oportunidades), el narcotráfico es una carta que forma parte de la
estrategia negociadora. Esto debido al sistemático endurecimiento de EEUU, que ya no está negociando sino buscando imponer sus planteamientos. EEUU quiere que todos sus productos agrarios sean desgravados, es decir que puedan ingresar en los mercados andinos con arancel 0, a pesar de que son subsidiados.

Ante la dureza norteamericana, los países andinos quisieran hacer prevalecer que ellos representan el 100% de los sembradíos de hoja de coca destinados a alimentar el narcotráfico. Esto quiere decir que hay una relación directa entre la protección de la producción agrícola —en peligro debido a la masiva importación agrícola de los EEUU que autorizaría el TLC— y la contención y erradicación voluntaria de la superficie sembrada de coca mediante el desarrollo de cultivos alternativos.

Nueve congresistas colombianos se reunieron con representantes del Instituto Internacional Republicano, uno de los organismos más influyentes en materia política en este partido, para pedir un trato equilibrado, presentar las sensibilidades y solicitar consideraciones especiales por el apoyo que Colombia ha dado a la lucha contra el narcotráfico. Pero la respuesta fue una sola: una cosa es el tema político y otra el comercial.

Los andinos constataron el poco respaldo que tendría una eventual ampliación de las preferencias arancelarias otorgadas bajo el Atpdea, que vencen en diciembre del 2006, en caso de que no prospere el TLC.

En estas circunstancias, algunos negociadores y empresarios de la región comienzan a preguntarse: ¿Qué mérito han hecho los países andinos para ganarse ese equívoco paraíso que se llama TLC? Si el precio de la apertura comercial lo va a pagar el aparato productivo andino, los países deberían al menos saber cuál es el plan que tienen los gobiernos para sobrellevar las presiones norteamericanas en los meses que aún restan antes de la posible vigencia del TLC.

* Con datos de El Comercio de Perú; Portafolio, La República y El Tiempo de Colombia; y El Comercio, El Universo y Hoy de Ecuador.


 source: Boletín Tunupa