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Matemáticas elementales para el TLC

Está por cerrarse la capitulación de Colombia ante Estados Unidos en el TLC, avisada para la ronda duodécima de negociación que se inicia esta semana en Cartagena. El interés de “terminar cuanto antes” zanjará las “diferencias” mediante la subordinación política. Para justificar tan reprobable conducta, el ministro Botero anunció que “no respetará pinta” y pregonó que Colombia alcanzará “acceso al mercado más grande del mundo”. Pretende validar así la alteración institucional que conlleva el TLC en perjuicio de las mayorías, incluida la relegación de sus derechos fundamentales por la concesión de gangas a capitales y mercancías estadounidenses

Un ejercicio matemático, salido de las cuentas del comercio exterior de Estados Unidos, permite dilucidar si el pregonado éxito para las exportaciones colombianas es realidad o quimera. Según el Banco Mundial, el ingreso total de los 293.5 millones de norteamericanos, de 41.400 dólares anuales por cabeza, llegó en 2004 a 11,7 billones (con doce ceros). Algunos estiman que esa cifra colosal, la tercera parte del ingreso mundial, es la suma que Estados Unidos piensa gastar comprando productos de Colombia. La primera noticia al respecto es que de ella apenas dedica menos de 8 dólares de cada 100, 1,48 billones, para adquirir mercancías extranjeras, el grueso se consagra a comprar artículos producidos en los mismos Estados Unidos. No obstante, por su crisis energética, el Imperio gastó en 2004 casi 207.000 millones en combustibles minerales, de ellos Colombia alcanzó a proveer sólo cerca del 1,8%.

Con el 1,2 billón de dólares restante, Estados Unidos importó automóviles, y autopartes por 230.000 millones, Colombia no vendió un dólar. Las compras externas norteamericanas de bienes de capital, computadores y accesorios, maquinaria industrial, equipo de telecomunicaciones, médico, aeronáutico y para manejo de materiales, semiconductores e instrumentos de medición, entre otros, coparon 350.000 millones en 2004. Se sabe que Colombia, de eso, tampoco suministró nada.

Descontando los reglones descritos, en los que el país no tiene asomo, quedan 600.000 millones como saldo disponible para la colocación de productos nacionales. De dicha cantidad, descontando lo ya nombrado en energéticos, se consumen otros 200.000 millones de dólares en materias primas y materiales extranjeros para la industria. Sobresale el gasto de cerca de 100.000 millones en químicos, cosméticos, orgánicos, inorgánicos, médicos y plásticos; Colombia de tal universo facturó sólo 130 millones, 0,13% del total. Las otras materias primas son aluminio, cobre, zinc, caucho, lana, seda, algodón, materiales nucleares, papel, madera, bauxita, vidrio, minerales no metálicos, níquel, cemento y oro. De éstas últimas, Colombia vendió 600 millones (488 en oro) para ser escasamente el 0,73% del total del rubro de insumos.

De los algo más de 400.000 millones restantes, Estados Unidos compró 370.000 en bienes de consumo. Con excepción de vestuario y textiles, algo de cuero y algunas manufacturas metálicas, Colombia no produce nada de lo que cubre el gasto mayor de importaciones de consumidores finales en Estados Unidos: farmacéuticos, televisores, electrodomésticos, diamantes, joyería, bienes para hogar y cocina, alfombras, motocicletas, artículos deportivos, juegos y juguetes, equipo de fotografía e instrumentos musicales. De los bienes finales, Colombia es tan sólo 654 millones de dólares, el 0,18%. Finalmente, en el ramo de alimentos, bebidas y piensos, de 60.000 millones de dólares que se demandan de géneros foráneos en Estados Unidos, el café, con 350 millones, el banano, con 150, el azúcar, galletas y confites, con 60, los camarones, con 29, y los cigarrillos con 60, suman una participación colombiana de 650 millones, el 1,1%. Lo peor es que en renglones donde los turiferarios del TLC hablan de “intereses ofensivos”, como en tabaco o lácteos, Estados Unidos compra afuera cantidades que apenas superan 1.000 millones de dólares al año, algo irrisorio.

A parte de ciertas variedades de flores, Colombia no produce nada de importancia de lo que demanda el mercado de Estados Unidos; quienes sí lo hacen no han requerido firmar un TLC, es el caso de 26 de los 30 principales proveedores. Las cuentas anteriores muestran que por el sacrificio de muchos, con bajos salarios, desplazamiento y desempleo en el TLC, únicamente se recibirán unas cuantas monedas cuyos destinatarios serán los mismos de siempre. ¿Será que el ministro Botero, que califica como amañados los argumentos y procedimientos de los opositores al TLC tampoco creerá a las matemáticas elementales que lo desnudan y lo dejan sin “hoja de parra”?


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