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Minga Indígena Campesina y Popular del Tolima

Hermanas y hermanos del pueblo Pijao, Hermanos y hermanas
nasas, amigos y amigas Emberas, Kankuamos, Wayuu,
Coconuco y demás pueblos que asisten a esta minga sin más
carga que la esperanza, sin más armas que la resistencia.
Resistencia que nos ha llevado por cinco siglos a estar aquí otra
vez juntos luchando por derechos que nos asisten.

Hermanos y hermanas de los sindicatos en cuyas manos de
trabajo esta todo el peso de siglos de inequidad y toda la voluntad
de un tiempo mejor.

Hermanas y hermanos desplazados llegando del desarraigo,
empujados por la codicia pero dispuestos a caminar hacia lo
propio como único camino de regreso.

Hermanos y hermanas del arte y la cultura que nos ayudan a
sentir además de entender, que nos ayudan a gozar por encima de
tanto sufrir.

Hermanas y hermanos pensionados que después de una vida de
entrega reciben el pago de la indiferencia y el abandono. A pesar
de lo cual representan la sabiduría, el tiempo acumulado de
nuestras historias como familias y pueblos.

Hermanos y hermanas estudiantes que guardan en sus libros y en
sus mentes secretos que un día nos revelarán el país que
merecemos.

Hermanas y hermanos de este país alegre y adolorido, desde el
Tolima, tierra de guerreros que nunca se han vencido, este saludo,
esta bienvenida no es el fin, sino un nuevo punto de partida.

....

Pronto serán dos siglos de república, 200 años hace que la sangre
de indígenas y mestizos se mezcló en los suelos para darnos la
patria. Vamos a cumplir 200 años de traiciones, gobiernos que
han ido cediendo el poder para el saqueo y la entrega de nuestras
riquezas.

La política convertida en negocio personal y familiar nos deja un
país cada vez más miserable. Uno de cada cuatro tolimenses no
tiene empleo y otro más apenas subsiste con un trabajo sin
seguridad social, sin garantía y a destajo. 7 de cada 10 habitantes
del Tolima están por debajo de los índices de pobreza. Por lo
menos 150 mil personas no saben leer, ni escribir, casi todos ellos
indígenas o campesinos.

Esto nos dejan los sucesivos gobiernos que nos han prometido
justicia y que a cambio refuerzan los mecanismos del saqueo.
Hijos que no acceden a su derecho a la educación, en este
departamento por lo menos 60 mil niños y niñas no pueden asistir
a la escuela. Los que logran llegar a la educación básica desertan
en un 21%, mientras los que logran terminarla se gradúan casi
todas las veces en frustración y desencanto, pues apenas uno de
cada 10 llegará a la universidad y acaso uno más conseguirá un
empleo estable.

Así andan las cosas y por eso anduvimos cientos de kilómetros
para llegar a juntarnos. Hay quienes celebran estos dos siglos de
república, nosotros tan sólo mantenemos la memoria. Ya no hay
en Colombia quien no haya llorado ante el crimen de uno de sus
seres queridos o acompañado un sepelio nacido de ese absurdo
método que es eliminar a quien piensa distinto. Las ciudades
crecen en el desorden de las oleadas humanas sin rumbo y sin
apoyo efectivo, los campos se van entregando por vía de la fuerza
a los grandes terratenientes o a los nuevos invasores de las
compañías trasnacionales o de los grupos armados.

Tal vez una de las pocas cosas que nos dejan estos 200 años de
república sea la constitución de 1991. Por ello estamos atentos a
impedir su permanente reforma, el desmonte de cada uno de los
logros constitucionales devuelve a Colombia hacia la guerra. Este
gobierno ha sido prolijo en pobreza y en dolor, pero sobre todo en
estar sentando las bases para ejercer mejor un autoritarismo
implacable, vender la patria al gobierno norteamericano, venta que
concretará el nuevo embajador de Estados Unidos en Colombia,
nombrado recientemente.

Pero contrario a desfallecer y quedarnos a presenciar el nuevo
capitulo de saqueo y vergüenza, nos hemos dado esta cita y la
hemos cumplido. Por ello hacemos este compromiso. Un
mandato indígena, campesino y popular que reúna nuestras
esperanzas y anime las luchas que están por venir.

Nuestro primer llamado es a la Unión conseguida desde las
diferencias. No son tiempos para ideologías que nos salven o para
organizaciones que hegemonicen. Tampoco para andar dispersos
mientras el saqueo de los de adentro se consolida y el de los de
afuera se perfecciona.

Hoy entramos al parque Murillo Toro en Ibagué luego de caminar
90 kilómetros bajo el sol implacable de este trópico que amamos,
para decir:

· Que este país no está en venta y que no dejaremos que ningún
tratado de Comercio en nombre de la libertad nos robe nuestra
riqueza y nuestra patria.

· Que la Corte Constitucional debe declarar inexequible la
reelección, pues las reglas de juego han sido trazadas con
beneficiario propio, cosa que contradice la democracia y la
convivencia.

· Que asumimos la defensa de una constitución que crea en la
participación y defienda los intereses de las mayorías tal y como
se trazo hace casi 15 años y que hoy se quiere desmontar.

· Que esta guerra no es nuestra y sus actores han descargado
sobre seres inocentes sus intereses mezquinos de grupo armado
ilegal y también la incapacidad de gobiernos insensibles ante el
dolor de nuestras gentes.

· Que nuestros territorios son sagrados y no permitiremos que
nada ni nadie nos los arrebate. Para ello contamos con una
jurisdicción indígena propia que tiene cabildos indígenas
reconocidos que ejercen su autoridad. Exigimos una reforma
agraria integral que devuelva la tierra a quienes se las han
arrebatado y entregue propiedad a quienes así lo requieren.

· Que cada montaña de estas tierras, cada páramo, cada
nacimiento de agua, cada árbol y cada ser vivo conforman nuestro
territorio. La vida y los mitos de nuestros antepasados nos
obligan a buscar el saneamiento y ampliación de los resguardos y
constituir aquellos que aún no han sido reconocidos. Todo esto
como parte del respeto que merecemos como dueños de este
territorio y para que cualquier proyecto que se pretenda realizar allí
sea fruto de la concertación y no de la imposición.

· Que haya justicia, verdad y reparación para los miles de
asesinatos de indígenas, campesinos y sectores populares y que
se indemnice de manera real a las víctimas de violaciones a los
derechos humanos. Sabemos que la solución definitiva a esta
guerra sólo se conseguirá como fruto de una solución política.
Con el costo de las balas, hombres, entierros y armas se pagarían
escuelas, hospitales y caminos para la vida. Alguien se lucra con
el negocio de la guerra, nosotros sabemos que la paz nace del
respeto integral por lo derechos humanos y la solución de los
conflictos sociales. Por tanto, exigimos una comisión
internacional de veeduría sobre la grave situación que viven los
pueblos ancestrales en Colombia.

· Que el derecho a la educación sea universal y que se provea de
calidad con maestros bien remunerados y condiciones físicas y
pedagógicas, respetando nuestra educación propia se implemente
de manera cierta el decreto 804 y se creen programas especiales
para los pueblos indígenas en áreas como derechos humanos,
administración, derecho propio, comunicación y educación
ambiental, entre otros.

· Que la defensa de nuestra diversidad cultural sea la base para
gozar la diferencia y asumir la tolerancia como elemento de la
práctica política. Vivir la democracia no solo saquearla como
están haciendo desde dos siglos atrás.

Gracias al pueblo de Ibagué por su acogida solidaria.

Gracias a quienes creen y lucha por el derecho a la diferencia y a
la vida.

Gracias a quienes no creen en la fuerza, como método para
imponer una verdad y utilizan la imaginación para construir sus
sueños.

Ibagué - Tolima 26 de Agosto de 2004

Mesa Permanente de Organizaciones Sociales del Tolima

Consejo Regional Indígena del Tolima "CRIT"


 source: Comunidad Web de Movimientos Sociales