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¿Por qué España no debería pasar del TTIP? Lo que nos jugamos con el acuerdo

¿Por qué España no debería pasar del TTIP? Lo que nos jugamos con el acuerdo

Por Marina Valero, 1-9-16

"¿TTIP? ¿Qué es eso?". Ya sea por desconocimiento, indiferencia o desinterés, los españoles no parecen demasiado preocupados por las consecuencias del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y la UE. Ni los ciudadanos ni los políticos, como demostraron ayer en el debate de investidura. Tan solo Pablo Iglesias y Albert Rivera dedicaron unas pocas palabras al TTIP en la misma semana en la queFrancia ha dado un puñetazo sobre la mesa para exigir el fin de las negociaciones. Y eso que España se juega mucho, aunque solo sea por las denominaciones de origen que hacen famosos su jamón de jabugo, queso manchego o vino de Rioja.

Sin embargo, la situación en otros países es muy distinta. Las conversaciones también generan desconfianza en Alemania, donde el vicecanciller, Sigmar Gabriel, ya habló de "un fracaso ’de facto’. aunque nadie se atreva a admitirlo". Miles de personas se han manifestado en los últimos meses en ese país contra un tratado que levanta ampollas por el secretismo que le rodea y el miedo a una supuesta rebaja de los estándares de calidad de los productos tras las presiones de EEUU, como revelaron las filtraciones de Greenpeace Holanda.

"Los americanos no ofrecen nada salvo migajas", dijo por su parte esta semana el ministro galo de Comercio, Matthias Fekl. Francia asume que el TTIP no saldrá adelante antes de 2017, como pretende la Comisión Europea. Los holandeses tampoco están contentos con la marcha de las conversaciones y su ministra de Comercio, Lilianne Ploumen, ha dejado claro que no aceptarán una reducción de las normas europeas. ¿Y en España? Silencio en las calles y silencio en la tribuna.

El presidente galo, François Hollande, ya ha adelantado que Francia pedirá que se congelen las negociaciones.El presidente galo, François Hollande, ya ha adelantado que Francia pedirá que se congelen las negociaciones.

Qué nos jugamos

"Aquí nos cuesta trabajo asimilar las posibles consecuencias. El día que lleguen, nos vamos a comer el tratado con patatas", advierte Julio González, catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad Complutense de Madrid. La falta de datos y la escasa presencia de todo lo relativo al TTIP en los medios de comunicación tampoco permiten valorar lo que se está negociando.

España tiene varios motivos para no pasar del TTIP: que Estados Unidos no quiera reconocer las denominaciones de origen (DO) representa un "serio problema" para Europa y preocupa sobre todo a sectores como la ganadería o la agricultura. Poco importa que la Comisión Europea garantice la protección de las DO si su interlocutor se opone.

Jamón de jabugo, queso manchego, vino de Rioja... Todos ellos deben estar producidos en una zona geográfica determinada y de una manera concreta para recibir la DO en Europa, cosa que no ocurre en Estados Unidos. Así se garantiza una alta calidad de los productos y se favorece la agricultura local. "En EEUU, únicamente se hace referencia a la forma de producción. Es habitual ver vino chileno producido en California", explica el catedrático a este periódico. ¿Se imaginan un jamón ibérico ’made in USA’?

"Somos los más perjudicados junto con Italia, porque somos los que más denominaciones de origen tenemos: vinos, productos lácteos, quesos, ganadería, aceites", sostiene David Erice, técnico de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA). Erice considera que el ’pasotismo’ de España respecto al TTIP tiene que ver con "la escasa importancia que la clase política da al sector agrario en este país". Los consumidores tampoco se preocupan en exceso por estos temas, porque son "un reflejo" de sus representantes en el Congreso.

Choque de trenes

Los modelos de producción en Estados Unidos y Europa no tienen nada que ver y tienen "difícil encaje", en palabras de Erice, quien advierte de un fuerte choque de intereses y una amenaza para los patrones de calidad europeos. González pone como ejemplo que en Europa existe un código alimentario con estándares mínimos de regulación, mientras que en EEUU se fijan estándares máximos. "Mezclar blanco con negro es complicado".

Importa la economía, pero también el medio ambiente, añaden desde GreenpeaceEspaña. "No se pueden gestar procesos de este tipo a espaldas de la ciudadanía", critica el portavoz y activista Miguel Ángel Soto, tras considerar que el sector agrícola español pagará los platos rotos.

González también se muestra inquieto porque el principio de precaución -que obliga a probar que los productos sean inocuos para la salud antes de entrar en el mercado- no aparece por ningún sitio en los últimos documentos filtrados. "Cualquier medida que suponga una restricción del comercio es ilegal en EEUU, a no ser que se justifique lo contrario", explica. Otro de los puntos calientes tiene que ver con los tribunales de arbitraje privados, que podrían quitar soberanía a los estados y favorecer a las grandes corporaciones.

"Cuanto más libre comercio, mejor"

El Observatorio Español del Mercado del Vino cree que merece la pena plantar cara a los retos derivados del TTIP por las inmensas oportunidades que representa. España es el primer exportador mundial de vino en volumen, por delante de Italia y Francia, pero es el séptimo proveedor de Estados Unidos. En 2015, exportó 66 millones de litros a ese país. "Hablamos de un mercado muy importante para el sector. Exportamos muchísimo y compramos poquísimo vino, así que este acuerdo nos va a venir bien", asegura Rafael del Rey.

El director del Observatorio rechaza las trabas arancelarias y deja claro que queda mucho margen para crecer en otros mercados como Asia o Estados Unidos. "Cuanta más libertad, mejor. Chile, Sudáfrica y Argentina basan su crecimiento en el libre comercio, y eso nos hace daño a nosotros". En la misma línea se pronuncia el economista José Carlos Díez, al considerar que este tratado aumentaría el nivel de renta y la actividad económica.

Según un informe del Instituto de Estudios Económicos, el TTIP supondría un aumento anual del 0,72% de los salarios y un 0,98% del consumo privado en un periodo de tres a cinco años. Generaría más de 330.000 empleos y un crecimiento acumulado del PIB de 36.743 millones de euros. "Desde el punto de vista estrictamente económico, la movilidad de bienes y servicios tiende a generar riqueza y puestos de trabajo, pero existe miedo a que Estados Unidos imponga su regulación", indica José Luis Álvarez, catedrático de la facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Navarra.

España mantiene su respaldo al tratado. "Apoyamos un acuerdo equilibrado y beneficioso para nuestro país. Los estudios ponen de manifiesto el importante impacto positivo de forma general en los sectores productivos", indican fuentes de la secretaría de Comercio del Ministerio de Economía a este periódico.

La hora de los euroescépticos

"Uno de los argumentos en contra del TTIP es que la Comisión Europea quedaría vendida a las multinacionales. ¿Y por qué acaba de meter una cornada de 13.000 millones a Apple? Hay muchos intereses de ’lobbies’ y mucho ruido, pero se nos olvida que todo empezó con el comercio", sostiene Díez. Este economista está convencido de que el tratado no va a firmarse antes de 2017 y prevé un retraso de unos tres años, como mínimo.

"Si la Comisión Europea presiona mucho para cerrar el acuerdo, puede generar un descontento interno peligroso o incluso un detonante para que algún país más decida salir de la UE", sugiere Álvarez. Las elecciones estadounidenses, la oposición de superpotencias como Alemania y Francia -que, por cierto, tienen su cita con las urnas a la vuelta de la esquina-, el Brexit, la incertidumbre política y el auge del euroescepticismo son algunos de los factores que juegan en contra. A esto se une un contexto de crisis económica que ha generado hartazgo entre la ciudadanía. De momento, los españoles están a otra cosa.


 source: El Confidencial