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Síndrome de Estocolmo

Muchos pensaban que la voluntad del presidente Palacio y la convicción del doctor Molestina iban a hacer algo por cambiar el tono y hasta el rumbo de las negociaciones, pero a la décima ronda, el carácter de las negociaciones sigue siendo el mismo. Y Estados Unidos se da el lujo de restregárselos en la cara de los andinos.

¿Ejemplos? Algunos y muy significativos. Los Estados Unidos "decidieron" que a esta ronda no asistirían sus negociadores principales ni de propiedad intelectual ni de normas sanitarias y fitosanitarias. Simplemente se trataron temas menores, sin mayores avances.

Otra perla: uno de los negociadores estadounidenses decidió en el segundo día de negociaciones llamar a un grupo de periodistas para "decirle" las condiciones que ponen los Estados Unidos y los asuntos que están molestando a su delegación, entre otros, el planteamiento del ministro Molestina de trato preferencial para el Ecuador.

Los pronunciamientos políticos hacen parte de la estrategia de negociación. Es inútil pensar que pasan desapercibidas. Y, a la décima ronda, lo único claro es que los temas más sensibles (cruciales diría yo) serán definidos por canje. El primer escenario es que algunos de los rehenes agrícolas y pesqueros (el atún en lata) serán liberados a cambio de la apertura para el trigo, los lácteos o el maíz. Mientras otros productos son liberados a cambio de algunas concesiones en propiedad intelectual.

Este es el escenario optimista. Un segundo escenario, el peor, es que todo lo relacionado a mayor protección en temas de propiedad intelectual sea "intercambiado" por libre acceso de todos nuestros productos agrícolas estrella.

Y lo que es peor, los negociadores están empezando a creer que todo esto sucede por nuestro bien, que hay que firmar porque hay que firmar y que los que opinan lo contrario o ven problemas en la negociación son simplemente ideólogos del desastre.

Sin escenarios intermedios. Todo parece indicar que los negociadores son presa del famoso Síndrome de Estocolmo, porque han empezado a familiarizarse tanto con sus contrarios que están perdiendo la objetividad en los temas más difíciles. Y están minimizando las pérdidas para el país, mientras maximizan los beneficios en temas como propiedad intelectual, acceso de los productos estadounidenses en temas como maíz, trigo y lácteos, entre otras cosas. Hasta un informe del propio Congreso estadounidense sobre el impacto en el acceso a medicamentos tras la negociación del Cafta es más objetivo que el que pretenden aceptar los negociadores de los tres países.

Por desgracia, estos escenarios no se escuchan ni se hablan en los informes oficiales. El equipo oficial se niega a hablar de problemas o de pérdidas, en estrecha colaboración con los privados que caminan por los pasillos diciendo los temas de los que no hay que hablar. No hay una pedagogía con el país en este sentido. El TLC no puede ser reducido a un problema de relaciones públicas.

E-mail: gjaramillo@elcomercio.org


 source: El Comercio