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TLC o hambre y dependencia a cuestas

23/8/07

TLC o hambre y dependencia a cuestas

ASTRID BARNET

En diciembre de 2004 ocurrió un hecho en El Salvador que, con el tiempo, provocaría expectativas nada favorables en la historia de ese país centroamericano cuando su cámara legislativa aprobó la ratificación del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos hecho que, al año siguiente, se hizo extensivo también a Guatemala, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y República Dominicana.

De esta forma mediante "negociaciones justas y equitativas entre ambas partes", Washington se las agenció para llevar a vías de hecho otro gran sueño imperial: la extensión de los llamados TLC bilaterales a las naciones de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) para así conformar el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), a imagen y semejanza del Área de Libre Comercio de América del Norte entre Canadá, México y Estados Unidos.

La agencia de noticias Inforpress (edición del 10 de enero de 2005) daba cuenta de serias divergencias relacionadas con los efectos del TLC. Por ejemplo, el ex presidente de la Asociación de Medianos y Pequeños Empresarios Salvadoreños (AMPES), Jorge Mariano Pinto, declaró en esa oportunidad que "la pequeña empresa no está lista para el TLC", al referirse a que "la tecnología con la que trabaja es obsoleta, a la falta de créditos, al elevado precio de la electricidad y los problemas sociales de salud y seguridad laboral".

Tras casi más de dos años de suscrito ese documento, se suprimieron en un 99,8% los aranceles de las exportaciones industriales del país centroamericano, mientras que las norteamericanas se desgravaron en un 78% y se augura que, entre los próximos cinco a diez años este proceso será de un siete y un 15%, respectivamente.

Según el periódico digital Rebelión: "El Salvador no puede exportar muchos productos hacia Norteamérica, pues es básicamente una nación que depende del agro -medio millón de agricultores dedicados a la producción de arroz, maíz y frijoles- y su industria es escasa y de baja calidad, sin posibilidad de competir, por lo que con la entrada masiva de equipos industriales, las pequeñas y medianas industrias irán a la quiebra".

A esto habría que agregar que, desde hace más de una década, rige también en ese país la llamada Iniciativa de la Cuenca del Caribe, mediante la cual las exportaciones salvadoreñas a la Unión no pagan apenas aranceles, sobre todo las producciones provenientes de las maquilas.

En el caso de Honduras, meses antes de ser suscrito el documento, el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas (COPINH) emitió un comunicado en el que fundamentaba que la suscripción del TLC:

* Pondrá en venta las instituciones del Gobierno

* La salud y la educación estarán en manos privadas

* Serán anulados los derechos humanos y sociales

* El conocimiento será considerado una mercancía

* Se privatizará los genes de los reinos animal y vegetal

* Se impulsará el monocultivo, destruyendo la diversidad

* Corren peligro de desaparición las semillas nativas

* Considera ilegal el comercio justo y comunitario

* Viola gravemente las leyes ambientales y laborales

En Costa Rica, ya se están percibiendo profundos cambios (muy negativos) en sectores como la industria energética, las telecomunicaciones y la salud. En este último existe un profundo sentimiento de miedo (como lo califica el pueblo), que cada día se hace más evidente, debido a la privatización de este servicio y al establecimiento de patentes sobre medicamentos esenciales. Baste recordar que la Organización Mundial del Comercio (OMC) establece derechos de propiedad intelectual sobre los medicamentos, otorgando a la industria farmacéutica que los elaboran y negocian (norteamericanas por supuesto), el derecho de producción exclusiva durante veinte años.

Ante cualquier conflicto, cada TLC establece asimismo que "tribunales internacionales serán los encargados de resolver las posibles controversias entre los Estados y las empresas, lo que equivale a anular la competencia de las instancias judiciales del país en cuestión".

Inobjetablemente, el TLC como fenómeno de expoliación, supeditación y atropello dirigido al continente tendrá resultados similares en cada uno de los países firmantes.

Al respecto Raúl Moreno, Catedrático de la Escuela de Economía de la Universidad de San Salvador, puso el dedo en la llaga cuando afirmó a Inforpress en fecha reciente: "Fracasado el ALCA, ahora se obliga a Centroamérica y a otros países a suscribir TLC bilaterales...No cabe duda que la inmensa mayoría de quienes lo aprobaron (el TLC) no tienen la más mínima idea de lo que implica..."

Una vez más, merece la pena cuestionar a los personajes que votaron a favor de él y preguntarles si asumirán responsabilidades ante sus consecuencias negativas como son: un desempleo cada vez mayor generado por la quiebra de las empresas nacionales, la mercantilización de los servicios públicos, el encarecimiento de las tarifas, el alza en el precio de los medicamentos, la profundización del deterioro del medio ambiente, la quiebra de la producción agropecuaria, la inseguridad alimentaria, el incremento de las migraciones y un mayor desarraigo cultural entre los pueblos.


 source: Cuba en noticias