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UNA da estocada al TLC

Si alguien estaba (honestamente) esperando por más razones objetivas
con las cuales tomar posición respecto al TLC, para votarlo o para
opinar, le ha llegado ese momento. El acuerdo de la UNA, por su
contundencia, claridad y profundidad, es demoledor. Después de él,
como culminación de un proceso nacional de estudio, interpretación y
análisis, queda un TLC moribundo... desnudo en sus oscuras intenciones.
¿Cuál irá a ser el camino que seguirán los que insistirán en su
aprobación... esperando quizá los premios de su "gestión de éxito"?

Un tratado de "libre comercio" - "...omiso en libertad de comercio"-
es un disparate. Que es "también omiso en tanto nos obliga a eliminar
los monopolios públicos, al mismo tiempo que amplía la protección de
los monopolios privados farmacéuticos", es un disparate mayor. Que
evidencia las contradicciones de la negociación misma al plantear "La
apertura en servicios de naturaleza estratégica, como los seguros y
las telecomunicaciones" - "técnicamente mal negociados"- es un
ridículo. Que limita aún más la capacidad del Estado de restringir,
limitar (¡o prohibir!) la exportación del agua envasada, es una
amenaza. Un tratado que impulsa la privatización de las plantas y
que, para ello, nos obliga a aprobar un convenio internacional ya
rechazado por nuestros legisladores, es un adefesio.

"No se trata, entonces, de un tratado en igualdad de condiciones",
sigue afirmando la UNA. Y agrega, el TLC "no es libre y... no trata
solo de comercio. Se trata de un instrumento de transformación
económica, social, institucional y jurídica de este país... que nos
coloca en situación de efectiva desventaja en la relación, pero al
mismo tiempo nos obliga a hacer, `de paso’, como si fuere un
requisito de segundo orden, una profunda reforma institucional que
entroniza el sistema institucional neoliberal..."

Pero aún hay más. En cuanto a la legislación ambiental "en lugar de
promover mejoras... las desincentiva" pues no favorece "los esfuerzos
nacionales para mejorar los estándares ambientales", además de que
hace uso de una definición de "legislación ambiental" muy
restrictiva, oscura, tramposa, que "no incluye la recolección,
administración, extracción o explotación de los recursos naturales
con fines comerciales".

En fin, como en otras oportunidades históricas, las universidades
públicas nuevamente brindan luz allí donde la oscuridad es aliada de
la ignorancia. Le corresponde ahora a la Asamblea Legislativa
valorar el acuerdo que comentamos, para que junto a lo expuesto antes
por la UCR y el Instituto Tecnológico, pongan en una balanza, las
muchísimas razones en contra del TLC y las muy escasas dadas a favor,
para tomar la trascendental decisión que la circunstancias han puesto
en sus manos.

27.5.06
fpacheco@una.ac.cr


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