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A cinco años del CAFTA

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CEICOM | 1ero de marzo de 2011

A CINCO AÑOS DEL CAFTA

Este día, se cumplen cinco años de la entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica, Estados Unidos y República Dominicana (CAFTADR por sus siglas en inglés), por lo que merece la pena resaltar los impactos que ha tenido la implementación de dicho tratado en la economía salvadoreña.

A cinco años de la entrada en vigencia del CAFTA­DR, varios organismos internacionales han venido anunciando el poco o nulo aporte que dicho Tratado Comercial ha tenido en la economía salvadoreña. La misma Embajada de los Estados Unidos desde el cuarto año del CAFTA­DR ha insistido que El Salvador no ha logrado beneficiarse de este instrumento comercial. Así mismo, gremiales empresariales como FUSADES y ANEP han dado la misma opinión; incluso el mismo Ministerio de Economía (MINEC) ha sostenido que El Salvador no ha obtenido los mejores beneficios como resultado de la implementación del CAFTA­DR.

Así las cosas, habrá que desnudar dicho Tratado Comercial y ver en esencia lo que ha significado para el país tener un instrumento como el CAFTA­DR, desarrollado en los cuatro puntos siguientes:

Primero, en cuanto a la producción salvadoreña, se ha tenido en promedio durante los cinco años del CAFTA­DR una tasa de variación del 2.14%, es decir, no se ha logrado desde los diferentes mecanismos de dicho tratado, una reactivación de la economía salvadoreña. El producto Interno Bruto Trimestral a precios constantes al tercer trimestre de 2010 presentó un incremento de 0.7% (variación anual), cuando en igual periodo del año anterior mostró una disminución de ­4.1%.

Lógicamente a este análisis hay que agregar factores externos, como la gran crisis económica que se esta viviendo a nivel planetario, y que instrumentos como el CAFTA­DR no han sido capaces de servir eficiente y eficazmente para amortizar los impactos que esta ha provocado en la salud económica del país, fruto de ello es el escaso 0.7% de variación a Diciembre del año 2010 en el Producto Interno Bruto.

De la producción nacional hay que profundizar el análisis en la producción del sector agropecuario, y dentro de este el subsector granos básicos, que es el pilar determinante para la reproducción material de los y las salvadoreñas. En ese sentido se ha registrado una tasa de variación anual promedio de 7.26% lo cual refleja que la reactivación del Agro Salvadoreño no se toma como una prioridad en el CAFTA­DR.

Por el contrario, podemos comparar tasas de variación anuales promedio del 22.78% y 20.14% para los sectores de la Industria Manufacturera y Comercio Restaurantes y Hoteles, respectivamente. Es decir, el CAFTA­DR no ha sido capaz de focalizar sus “beneficios” a sectores estratégicos para la vida de los y las salvadoreñas; más bien se ha concentrado en sectores dominados por pocas empresas, y que al mismo tiempo genera condiciones para continuar con una profundización en la terciarización de la economía salvadoreña.

En segundo lugar, se debe de analizar el comportamiento del comercio internacional en El Salvador. Para el caso se tiene que a cinco años de la vigencia del CAFTA­DR las exportaciones de Centroamérica y República Dominicana en su conjunto, hacia los Estados Unidos crecieron de $18,077 millones en el 2005 a US$ 23,756 millones en el 2010. Por su parte, las importaciones desde Estados Unidos hacia la región y Dominicana crecieron en el mismo período, de $16,827 millones a US$24,217. Millones.

Lo anterior significa un incremento de 43.9% de las exportaciones estadounidenses hacia Centroamérica Y República Dominicana, contra un 31.4% de exportaciones centroamericanas y dominicanas hacia Estados Unidos. Es decir, ni siquiera Centroamérica y República Dominicana en su conjunto, han podido exportar mas de lo que solo Estados Unidos ha incrementado en sus exportaciones hacia la región señalada. Solo entre el año 2005 al año 2007 el déficit de la Balanza Comercial Centroamericana, se deterioró en el orden del 18.74% anual, presentando un déficit promedio del 2005 al año 2009 de $ 20,507.04 millones de dólares.

Esto supone la posibilidad de poder afirmar que Estados Unidos cuenta con mecanismos, procedimientos y reglas que juegan a favor de sus intereses comerciales, y que por tanto tiene mayor capacidad de participar en los mercados que están en juego dentro del CAFTA­DR. Y por su parte los países Centroamericanos y República Dominicana, no cuenta con suficientes elementos a su favor para poder competir en igualdad de condiciones con Estados Unidos.

¿Pero qué es lo que se ha exportado a Estados Unidos? Dentro de los rubros de exportación que han mostrado mayor dinamismo se pueden mencionar el sector textil y de la confección, el sector químico y farmacéutico, los productos de plástico y los productos del mar. Por el lado de Estados Unidos, sobresalen rubros como el de los combustibles minerales, maquinaria, cereales y vehículos. Es decir, no se ha cumplido aquello que argumentó el MINEC en las negociaciones de este tratado, al decir que “Estados Unidos representaba una gran oportunidad para los productos nostálgicos”, haciendo referencias a productos típicos que podrían ser de mucho impacto para los salvadoreños residentes en aquel país.

Sin embargo en reportes de años anteriores de los beneficios del CAFTA­DR, estos productos solo representaban exportaciones en el orden del 2% de las exportaciones totales, nada significativo para las proyecciones realizadas en sus inicios. En otras palabras, son los mismos sectores dominantes de la economía salvadoreña y que además en su mayoría son oligopólicos, los que ciertamente se han beneficiado de las “bondades” de este Tratado Comercial.

Lo anterior es reafirmado por la Comisión de Libre Comercio, compuesta por los ministros de Economía o Comercio de los siete países Parte del Acuerdo, al acordar la conformación de los Comités de Comercio Agropecuario y de Asuntos Sanitarios y Fitosanitarios, a la vez que les encomendaron que establezcan una agenda de trabajo permanente para atender los problemas que enfrentan principalmente los productos agroindustriales para acceder al mercado de Estados Unidos. Es decir, reconocen de fondo la incapacidad de los productores agropecuarios, principalmente, de poder acceder al mercado estadounidense.

En definitiva, el CAFTA­DR no ha sido un catalizador para el comercio exterior salvadoreño, puesto que lo que ha logrado es profundizar el déficit de Balanza Comercial, pasando de $3,957.1 mill. A $4,076.4 mill al año 2010, reportando en promedio durante los cinco años del CAFTA­DR, un déficit comercial de $4,284.78 millones, teniendo el valor mas alto en el año 2008 de $5,205.3 millones. Esto significa que el Tratado en cuestión no ha sido capaz de generar condiciones para elevar la capacidad exportadora salvadoreña y por el contrario ha profundizado el grado de dependencia a las importaciones.

Y en ese sentido no se puede dejar de señalar el grave impacto que ha causado en la dependencia cada vez mas marcada a las importaciones, para garantizar el consumo de alimentos a nivel nacional. Solo en Productos de las Industrias Alimentarias, se tiene en promedio un flujo de importaciones de $ 516.89 millones. En cuanto a importaciones de Bienes de Consumo, se tiene que al año 2010 ha habido un incremento del 64.65% con respecto al flujo antes de la entrada en vigencia del CAFTA­DR. Así mismo la importación de fertilizantes para el sector agropecuario, se han aumentado en 102.02% durante el periodo de vigencia del CAFTA­DR.

Lo anterior es de suma preocupación en torno al tema de la Soberanía Alimentaria Salvadoreña, ya que no solo no se cuenta en el país con una política pública que priorice la producción de alimentos para la población salvadoreña, sino también que instrumentos político comerciales como el CAFTA­DR hunde al país en el mundo de la dependencia, no solo en el tema de importación de alimentos, sino también de bienes intermedios (insumos) para la escasa producción que se desarrolla en el país.

Así mismo, el CAFTA­DR ha eliminado buena parte de los impuestos a las importaciones y/o exportaciones, gracias al sistema de desgravación arancelaria contemplado en el mismo. Esto es de suma preocupación puesto que El Salvador no cuenta con una legislación sólida y eficaz de barreras no arancelarias al comercio, y por tanto los aranceles eran sino, la única protección ante una invasión de exportaciones de otros países. En otras palabras, este mecanismo no solo ha logrado una reducción en los ingresos fiscales del Estado, sino también la eliminación de una protección a prácticas anticompetitivas como el dumping, entre otros aspectos.

En tercer lugar se tiene el comportamiento de la Inversión Extranjera. Se argumentó en el año 2004, cuando estaban finalizando las negociaciones del CAFTA­DR, que este sería un instrumento eficaz para el aumento de la inversión extranjera. Se dijo que dicha inversión estaría destinada a sectores estratégicos para la vida del país como lo es el sector de la agricultura y pesca.

Sin embargo, se tiene registro que los sectores destino que han tenido mayores niveles de inversión extranjera en promedio durante estos cinco años (a Junio 2010) de vigencia del CAFTA­DR, exceptuando la maquila son: sector Financiero, Comercio, Comunicaciones y Electricidad, con un flujo de Inversión Extranjera Directa promedio de 348.42%, 35.74%, 27.22% y 20.46% respectivamente.

Al contrastar los datos de las inversiones extranjeras reflejadas en el párrafo anterior, con la inversión extranjera destinada al sector de agricultura y pesca, se tiene que esta ultima apenas presenta un flujo del 5.04% en promedio durante el periodo de vigencia del CAFTA­DR, y en datos globales anuales al 2009, se tuvo un flujo del 0.625%; es decir, hasta el cuarto año del CAFTA­DR no se tuvo ni siquiera ingreso de Inversión Extranjera para dicho sector ni en un punto porcentual. En definitiva, se puede observar claramente el interés particular del CAFTA­DR en beneficiar dichos sectores de la economía salvadoreña, pero que no necesariamente se traduce en beneficios para la grandes mayorías.

A cinco años del CAFTA­DR se ha demostrado que este busca, única y exclusivamente, generar condiciones para aumentar la acumulación de capital, en manos de pocos, pero además ya no solo a nivel nacional, sino a nivel internacional. Por tanto, cualquier otro tipo de intereses, como el del cuido del medio ambiente, la naturaleza, la biodiversidad, no son de interés para el gran capital transnacional que es el que en definitiva esta detrás de los beneficios reales de estos Tratados.

En ese sentido, El Salvador enfrenta actualmente dos demandadas ante el CIADI, por el no otorgamiento de licencias de explotación a empresas transnacionales mineras. Dicha decisión gubernamental, se ampara en el cuido del medio ambiente salvadoreño y la salud de las personas, que la misma Constitución contempla como derecho de todas y todos los salvadoreños.

Por tanto, una decisión soberana y legítima del Estado Salvadoreño, se traduce gracias al CAFTA­DR, como una expropiación indirecta de la inversión de dichas transnacionales, razón suficiente para que estas hayan demandado al Estado Salvadoreño ante el CIADI, por 177 millones de dólares en total, a pesar que esta sea una decisión del pueblo salvadoreño por preservar la vida misma, y la vida del país.

Lo anterior es de suma preocupación, no solo por la grave violación a los derechos de las y los salvadoreños, sino también porque queda reflejado el goce de libertades legales con que cuenta el gran capital transnacional, frente a un Estado débil en su legislación para proteger los intereses del pueblo salvadoreño, desde la legislación del CAFTA­DR. Pero además, porque se tienen 69 solicitudes de exploración y/o explotación de empresas mineras y una demanda favorable a la empresas sienta un precedente peligroso y negativo, puesto que estas 69 empresas pueden proceder de la misma manera. Todo lo anterior sumado a la violación que significa para la Soberanía Nacional estar adscritos ante un tribunal como el CIADI, el cual toma decisiones incluso de la legislación nacional, lo cual es una grave amenaza para el país.

Por tanto, a cinco años de vigencia del CAFTA­DR, se puede afirmar que no se tienen beneficios reales y directos para la gran mayoría de la población salvadoreña, pero sí para unos pocos que se han beneficiado de los mecanismos comerciales contemplados en el CAFTA­DR.

Así las cosas, se debe de analizar seriamente la pertinencia del CAFTA­DR en la economía salvadoreña, revisar los recursos de inconstitucionalidad que se han presentado, los cuales indican que efectivamente dicho instrumento violenta la Constitución de la República; pero además se debe de analizar y cambiar inmediatamente la política comercial salvadoreña.

No se puede seguir basando la estrategia comercial del país, en la firma de Tratados de Libre Comercio, se debe cambiar esta estrategia neoliberal que el Gobierno actual esta continuando de sus predecesores. Porque de seguir con estas condiciones, no solo se esta atentando la economía salvadoreña, sino la vida de las personas.

Ante la crisis alimentaria, climática, cultural, política y económica, no podemos tener al Libre Comercio como alternativa y/o respuesta a estas crisis, sino un cambio de rumbo en donde los intereses del pueblo salvadoreño estén por encima de esta realidad.

A cinco años del CAFTA­DR, se tienen suficientes argumentos para seguir sosteniendo las consignas NO al CAFTA­DR, NO al LIBRE COMERCIO.

CEICOM
Hacia la Justicia con Equidad y Sustentabilidad
¡ORGANIZACIÓN Y LUCHA!


 source: CEICOM