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China pone un pie en Europa

China pone un pie en Europa

22.08.10

Por ZIGOR ALDAMA | SHANGHAI.

El pacto que se va a negociar permitirá encauzar las históricas guerras de aranceles con el Gran Dragón. El futuro Tratado de Libre Comercio con Suiza será su primer gran acuerdo en el Viejo Continente.

China quiere hacer valer su papel como segunda potencia económica mundial sin perder ni un minuto. Después de arrebatarle protagonismo a Occidente en África, Latinoamérica y gran parte de Asia, ahora busca extender sus tentáculos comerciales a Europa. Es lo que se desprende del Tratado de Libre Comercio (TLC) que tiene intención de negociar con Suiza el año que viene. Así lo han manifestado, durante los actos en conmemoración del 60 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos estados, la presidenta de la Confederación Helvética, Doris Leuthard, de visita en Pekín entre los días 10 y 15, y su homólogo chino, Hu Jintao.

Según declaraciones de ambos líderes a la agencia de noticias oficial de China, Xinhua, los preliminares del acuerdo han comenzado ya. «Estamos cerca de un día histórico», aseguró Leuthard. «Es un escenario de nuevas oportunidades, y las relaciones entre Suiza y China se encuentran en un nuevo comienzo», añadió Hu. Los datos le dan la razón al dirigente chino: en la primera mitad del año, el comercio bilateral se ha disparado un 127%, y las inversiones suizas han aumentado un 25%, hasta superar los 230 millones de euros, a pesar de la crisis económica. O, quizá, gracias a ella.

A pesar de no ser miembro de la Unión Europea (UE), Suiza es un país estratégico en el continente gracias a su sólido sistema financiero. Si el TLC llega a buen puerto, sería el primer acuerdo de este tipo entre el Gran Dragón y un país europeo, y podría forzar negociaciones ya dentro de la UE. Sin duda, se trata de un importante primer paso para acabar con las guerras de aranceles que caracterizan las relaciones económicas entre ambos territorios. Pero la presencia china en Europa será la última piedra de un plan colosal.

Batalla de largo recorrido

Porque no cabe duda de que China se ha embarcado en una ofensiva sin precedentes para abrir mercados en el exterior. Comenzó hace ya más de un lustro, y se centró primero en los países menos desarrollados de África y Latinoamérica. Sobre todo en aquellos que, por su sistema político, sufrían algún tipo de censura por parte de los poderes económicos tradicionales. Eso supuso, por ejemplo, que Pekín recibiera duras críticas por su apoyo al régimen de Sudán, responsable del drama de Darfur. China, sin embargo, siempre ha respondido de forma contundente: no se inmiscuye en asuntos internos.

Y esa aseveración, disputada por muchos, es la que le ha abierto las puertas del continente negro. La posibilidad de que el gigante asiático sirva de contrapoder a Estados Unidos también ha facilitado los intercambios económicos con países del continente americano, sobre todo Venezuela y Cuba.

Pero China ha alcanzado ya la segunda fase de su expansión internacional. La economía manda, y eso se evidencia con lo sucedido en Costa Rica. Hasta hace sólo dos años el país centroafricano reconocía la independencia de Taiwán, a pesar de que ese hecho bloqueaba las relaciones diplomáticas con la vecina comunista. El último embajador en la antigua Formosa, Óscar Álvarez Araya, incluso aseguró que Costa Rica siempre estaría del lado de la democracia. Poco después, su Gobierno decidió dar un vuelco a sus valores, reconocer la legitimidad del régimen de Pekín y aceptar la política de ’una sola China’. Este mismo año, ambos países han sellado un Tratado de Libre Comercio que deja en evidencia las razones por las que Costa Rica ha decidido dar la espalda a Taiwán.
Falta por ver si Panamá, uno de los pocos socios que le quedan a la ’provincia rebelde’ de China, seguirá los pasos de su vecina.

En cualquier caso, después de haber sellado el mayor TLC del mundo por volumen de consumidores con los diez países de la Asociación de Estados del Sudeste Asiático (ASEAN), China ya no sólo busca aliados económicos en el mundo en vías de desarrollo. Se demuestra con las discretas negociaciones que lleva a cabo para cerrar TLC con Corea del Sur, Australia e, incluso, Sudáfrica. En los tres países se han creado movimientos en contra de los tratados, muestra de la desconfianza con la que recibe a China la población local. La amenaza de una súbita marea de productos chinos y el fantasma del desempleo pesan, pero el mundo globalizado dicta las normas.

Corea desea comerle la tostada a Japón en el mercado más goloso del planeta para los productos electrónicos; Australia ya tiene en China a su principal importador -sobre todo materias primas-, y Sudáfrica es consciente de que, en palabras del ministro de Comercio e Industria, Rob Davies, «se está produciendo un terremoto en la economía mundial, y como consecuencia están cambiando sus polos de poder y las fuentes de dinamismo del planeta». Acercarse a China ahora puede ser una ventaja en el futuro, piensan todos.


 source: El Correo.com