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Costa Rica - Sectores industriales: TLC con China se condicionó a decisiones desafortunadas del Gobierno

18-2-10

Costa Rica - Sectores industriales: TLC con China se condicionó a decisiones desafortunadas del Gobierno

Escrito por JORGE LUIS ARAYA (jorge.araya@semanario.ucr.ac.cr)

Industriales advierten que provocará informalidad y frenará desarrollo de la industria local.

El cierre la semana pasada de las negociaciones de un tratado de libre comercio (TLC) con la República Popular China originó agrias críticas de la industria local, que al contrario de otros sectores como los exportadores y comerciantes, adversan el tratado por considerarlo un freno al futuro desarrollo industrial del país.

El TLC es visto como “la cereza del pastel” de una agenda de negocios emprendidas por la Administración de Óscar Arias tras el establecimiento de relaciones exteriores con la potencia asiática en junio del 2007 .

Su ratificación en la Asamblea Legislativa figura entre los proyectores prioritarios que el Ejecutivo pediría apoyar a la presidenta electa, Laura Chinchilla, quien ganó las elecciones del pasado 7 de febrero con la oferta de dar continuidad a las políticas del actual gobierno.

El gobierno chino manifestó su beneplácito por el triunfo de Chinchilla y aseguró su intención de fortalecer el intercambio comercial y cultural, así como la cooperación internacional con Costa Rica.

“China otorga gran importancia a la cooperación con Costa Rica y seguirá reforzando sus vínculos y comercio con el país centroamericano”, declaró la semana pasada el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Ma Zhauxu, quien recordó que el presidente Hu Hintao ya había felicitado a Chinchilla por su elección.

La culminación de las negociaciones del TLC se da en momentos en que los dos países afinan detalles de un proyecto conjunto para ampliar la Refinadora Costarricense de Petróleo (RECOPE), cuyas instalaciones en Moín, Puerto Limón, se triplicarían para procesar 60.000 barriles diarios de derivados de petróleo. Actualmente la planta solo refina el 30% del combustible que se consume en el país, unos 50.000 barriles.

Este convenio siguió a un acuerdo marco de cooperación para la exploración, refinación y cooperación petrolera firmado en octubre del 2007 entre RECOPE y China National Petroleum Corporation (CNPC), la mayor petrolera china, criticado por los ecologistas por contradecir la política ambiental y por el historial de violaciones ambientales de la petrolera china.

En el marco del acuerdo, las autoridades mencionaron en su momento la intención de construir luego una megarrefinería con capacidad para 200.000 barriles diarios, y firmaron el acuerdo para modernizarse y ampliar la planta de RECOPE. Actualmente las partes definen los detalles del proyecto, que costaría unos $1.000 millones, y estaría listo para iniciarse en unos 14 ó 18 meses, según informó a una agencia internacional de noticias el presidente de la empresa estatal, José León Desanti.

En marzo pasado, la Contraloría General de la República había denegado el refrendo al acuerdo, al encontrar que era violatorio del monopolio petrolero que la ley reserva a RECOPE, pero en setiembre le dio luz verde a una nueva versión presentada por el Gobierno con un adéndum, luego que el Ministro de la Presidencia, Rodrigo Arias, criticara públicamente la decisión del órgano contralor y dijera que habría que cerrar RECOPE si el convenio no se aprobaba.

Ahora se plantea constituir una empresa conjunta encargada del estudio de factibilidad, ejecución y operación mediante arrendamiento con opción de compra del proyecto de ampliación y modernización de la refinería en Moín, con lo cual se respetaría el monopolio estatal.

Las petroleras chinas se han estado expandiendo por el continente americano en momentos en que buscan asegurar fuentes de suministro de crudo en todo el mundo para su creciente economía, cuya necesidad de derivados de petróleo aumenta un 50% año con año.

China importa petróleo de Venezuela, Brasil y Canadá y recientemente Petrochina, subsidiaria de CNPC, asumió una terminal de almacenamiento de crudo en las Antillas Holandesas.

En China, hay un vehículo por cada 82 habitantes, y si la flota creciera hasta ser como en EE.UU o Europa, donde hay un vehículo por cada dos habitantes, el consumo de combustible sería de 88 millones de barriles diarios, más que toda la producción mundial actual (80 millones).

INCONGRUENCIA

Tomás Pozuelo, presidente de la Cámara Costarricense de la Industria Alimentaria, afirmó que el sector no ve con buenos ojos el TLC firmado con China, porque es un acuerdo incongruente, no está basado en el historial comercial de estos países y el Gobierno lo ha manejado como un asunto político. “Es muy peligroso cuando eso se mezcla”, dijo.
Si se ven las cifras, resulta que el 90% del intercambio comercial con China es de una sola empresa (la transnacional Intel), la que ya hacía intercambio antes de que se establecieran relaciones diplomáticas, “y si se agarra lo que queda, nosotros no tenemos nada de comercio con China”, apuntó el empresario.

Añadió: “Cuando nosotros planteamos esas inquietudes, nos decían que el TLC iba o iba porque era una cuestión política. Pegamos brincos hasta el cielo y logramos en la parte técnica quedar excluidos en la mayoría de las cosas sensibles, pero seguimos pensando que no era un tratado conveniente para el país, y creemos que se gastó tiempo y energía en un Comex que ha dejado por fuera un montón de otras cosas.”

A su juicio, las autoridades deberían centrarse en la competitividad del país en vez de “ir a coleccionar” nuevos tratados. “Si no mejora la competitividad y eficiencia de la producción fuera de las zonas francas, con tratado o sin tratado lo que se va a tener aquí son cierres de fábricas cada día”, sentenció.

Preguntado sobre a qué atribuye que el Gobierno haya insistido en llevar adelante esta negociación pese a los planteamientos de los productores, su respuesta fue: “Creo que a veces hay agendas políticas internacionales que pesan más en ciertas presidencias que en otras.”

Desde su perspectiva, éste es un tratado incongruente porque se trata de un país de cuatro millones de habitantes que está haciendo un TLC con un país de más de mil millones de habitantes y está al otro lado del mundo, cuando todavía no se está manejando de una buena manera los TLC pasados.

Por otro lado, China es un país comunista, con una ley laboral sumamente diferente.

“Nosotros no podemos tener esas reglas, porque de antemano ya hemos firmado otros acuerdos como el CAFTA (en inglés Tratado de Libre Comercio con EE.UU, Centroamérica y República Dominicana) que nos comprometen a mantener ciertas reglas laborales y ciertas defensas al trabajador. ¿Cómo voy a tener mi empresa la mitad con reglas para competir con EE.UU. y Europa y a la otra mitad le quito las cargas sociales para competir con China?”

“Que alguien me explique esta incongruencia de estar haciendo por un lado tratados de libre comercio que nos reglamentan y nos suben los costos de producción, y por otro hacer un TLC con un país que juega con reglas totalmente diferentes, todo sobre una hipótesis. Porque no olvidemos que esta es una hipótesis de un grupo de gente en el Gobierno. No es como cuando hemos cerrado un TLC con la región. Es natural que un país se integre con su región, o con EE.UU, con el que hemos comerciado más de cien años antes de cerrar un TLC. Con China más del 90% del comercio nace en zona franca y prácticamente todo de una sola empresa. Y estamos aventurándonos a hacer un TLC. Eso es como casarse sin pasar por noviazgo”, comentó.

“No podemos tener un Estado inoperante en el tema de competitividad y un Ministerio de Comercio Exterior buscando gente para coleccionar TLC. Eso para mí es un fórmula exacta para que en Costa Rica los trabajos de valor agregado, donde la gente gana bien, se vayan eliminando porque las compañías no pueden trabajar”, insistió Pozuelo.

Costa Rica exporta anualmente a China, su cuarto socio comercial más importante, productos por $680 millones (principalmente componentes electrónicos) e importa $887 millones, según datos de la Promotora de Comercio Exterior.

Geopolítica y ambiente

Mauricio Álvarez, de la organización ecologista Oilwatch, cuestionó el acuerdo petrolero con China, entre otras razones por la “mala reputación” de la CNPC debido a sus bajos estándares ambientales. Han estado muy metidos en los temas de exploración petrolera en África con consecuencias ambientales graves y en términos de violaciones de los derechos humanos. También están operando bloques de explotación petrolera en las cuencas del Orinoco y el Amazonas, igualmente con historiales ambientales negativos, afirmó.

“Desde el inicio advertimos, cuando se conoció el convenio, que es un acuerdo muy amplio y deja las puertas abiertas a la exploración petrolera, lo cual supone una contradicción a la política ambiental del país.

Ahora están echando mano del proyecto de ampliación de la refinería de RECOPE en Moín para impulsar un megaproyecto de refinería cuestionable, que no es viable y obedece a un interés geopolítico. En Panamá hay varias empresas interesadas en una megarrefinería, en el Plan Puebla Panamá también se habló originalmente de una megarrefinería regional. Sin embargo, esos proyectos se cayeron porque son muy costosos, con una inversión tan alta como la ampliación del Canal de Panamá (más de $5.000 millones), y cualquiera que haga números ve que aun con una tasa de retorno muy optimista en 40 años no va a haber petróleo como negocio.

Ellos (los chinos) tienen mucha expectativa del crudo que se está produciendo ahora en el Orinoco, y eventualmente están pensando sacar el crudo de ahí.

Costa Rica lo que está haciendo es poner el territorio para un proyecto que nadie quiere por los costos ambientales. En EE.UU. ya no se están construyendo refinerías, por la connotación de “racismo ambiental” que tienen estos proyectos. Se construyen en las zonas más deprimidas, donde a la gente le prometen empleo y con eso es suficiente. Por supuesto, donde hay un altísimo desempleo, como en Limón, cualquier ofrecimiento de trabajo, como están haciendo con este proyecto, la gente la asume como una ventaja.

Ellos apuestan con la refinería a bajar costos y ahorrar el flete de los barcos que traen los derivados de petróleo, pero con las empresas privadas el combustible va a salir más caro que si lo procesa RECOPE. En realidad lo que buscan es cerrar RECOPE, como siempre lo han querido hacer, pero no habían encontrado la forma de hacerlo. De ahí la presión que le hicieron a la Contraloría para que les facilitara el marco legal para sacar la refinería de manos del Estado”, afirmó Álvarez.

Freno a la industria local
Juan María González, presidente de la Cámara de Industrias de Costa Rica:

El TLC con China corta las alas a la innovación y al desarrollo futuro de la industria costarricense. Representa un serio golpe para la industria en general, a pesar de que los negociadores excluyeran y consiguieran dejar fuera prácticamente todo lo que las empresas del sector industrial individuamente plantearon.

Hemos considerado, y así se lo hicimos llegar al Gobierno, a la prensa y a todo el mundo, que un TLC con China significa una presión hacia la informalidad de las empresas costarricenses, porque van a tener que competir con productos chinos y eso va a significar emular. ¿Los chinos pagan seguridad social? No. ¿Dan vacaciones? No. ¿Qué tipo de garantías sociales tienen? Prácticamente ninguna. Eso significa informalidad.

Algún sector, agroindustrial, particularmente los concentrados de jugo de naranja, van a tener oportunidad con el TLC con China, y esperamos que les permitan entrar las autoridades chinas, que se han convertido en las más expertas en poner barreras al comercio. ¡Pero son tan poquitos! Olvídense, fuera del régimen de zona franca ninguna producción industrial costarricense va a entrar a China. Cuando los chinos entregaron el 95% de las partidas de una vez, es porque saben que es imposible competir con ellos.

Una cosa es evaluar como satisfactorio o no el proceso de la negociación y otra cosa es juzgar como satisfactorio o no el resultado. Prácticamente todas las sensibilidades que presentaron las empresas individualmente fueron atendidas y en ese sentido hay que reconocer que el equipo negociador hizo su tarea. Sin embargo, el resultado de la negociación no se puede considerar satisfactorio, porque la cancha de juego de la negociación ha venido desde un principio condicionada por dos decisiones desafortunadas que tuvo el Gobierno.

La primera, elegir un socio no confiable como es China. La segunda, que el formato del acuerdo comercial fuera un tratado de libre comercio y no un acuerdo de alcance parcial. Un acuerdo de alcance parcial hubiera sido menos riesgoso para Costa Rica y más asegurador de lo que se debía obtener de China en el plano comercial, que es el acceso a una serie de productos y la traída de algunos productos que nos van poder beneficiar.

Cierto que fueron atendidas las inquietudes que manifestaron las empresas respecto de lo que las afectaba en lo que es su producción actual. Algunas empresas además no solo identificaron su producción actual amenazada o posiblemente amenazada por China, sino también aquella producción que está en sus planes y sus estrategias, pero que aún no están exportando y no está protegida por la vía arancelaria. Se trata de productos que en este momento se encuentran en arancel (impuesto de importación) cero en EE.UU, Europa, Centroamérica o en la Organización Mundial de Comercial (OMC). Algunos empresarios indicaron que querían reservar esos productos y excluirlos del tratado aun estando en cero. Eso se atendió y es la primera vez que se plantea en tratados comerciales.

Pero hay que pensar que hay empresas que no han nacido todavía, y que podrían tener una oportunidad en el futuro de realizar inversiones para producción industrial en ámbitos que todavía no se han visualizado, y no fueron consideradas.
Atendiendo a este punto en particular, en lo que se llaman “industrias futuras nacientes”, la Cámara de Industrias planteó la necesidad de insertar una cláusula de reversión, que significara la protección temporal a industrias nacientes.

La cláusula fue aceptada pero con siete años de vida a partir de la firma del tratado. Nosotros buscábamos que la cláusula fuera indefinida, porque estamos hablando del desarrollo futuro del sector, y de una cosa que se llama innovación.

Pero si eso está entregado a China, esa innovación no se va a dar. Dicho de otra manera, el TLC con China corta las alas para la innovación del sector industrial costarricense en todo aquello que ha quedado al cero con China.

China no está entrando con sus productos en el mismo nivel de competencia con el que van a poder entrar productos europeos, norteamericanos o de otros países. China está entrando con unos productos imbatibles, extremadamente competitivos, que lo que van a hacer es de algún modo esterilizar la tierra en la que uno siembra para ver prosperar una planta de productos.

Además, China no es un socio no confiable. No nos metemos a hablar de otros temas, pero de lo que es propiamente comercial es no confiable. La OMC no la considera una economía de mercado todavía.

Por otro lado, Costa Rica tiene unas debilidades muy grandes en su infraestructura para el control y vigilancia de mercados, las cuales no son críticas a la hora de comerciar con otros mercados, pero sí son críticas a la hora de comerciar con China.

Para dar un ejemplo, EE.UU retira del mercado más de un millón de unidades de productos al mes procedentes de China, porque son inseguros, pueden causar incendios, accidentes o enfermedades. Esa capacidad no existe en Costa Rica. Además es muy cara. A Costa Rica le va a costar mucho dinero esta infraestructura que no es necesaria en el comercio con otros países, pero que sí será necesaria para controlar la producción china desde aquí.

A pesar de que hay muertos en Nigeria en estos momentos por un jarabe chino, a pesar que hubo más de 125 muertes en Panamá hace tres años por un jarabe chino, igualmente en Haití las hubo. A pesar del escándalo por la leche en polvo materna que se desató en agosto del 2008 durante los juegos olímpicos y que hubo muertos en la propia China, algunos de cuyos coletazos llegaron hasta aquí y el Ministerio de Salud tuvo que retirar los fabricados con esa leche. ¿De qué estamos hablando entonces?

Negocios chinos

 En enero del 2009 la empresa china Huawei se convirtió en el principal proveedor del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) al adjudicarse, por segunda vez, un contrato de $250 millones para la venta de 950.000 líneas celulares de tercera generación (3G). La Contraloría General había anulado en el 2008 la primera licitación, en la que la empresa china cobró $583 millones por 1.5 millones de líneas, 160% más del costo inicialmente previsto por el ICE.

 El 24 de octubre del 2008 RECOPE y CNPC firman en China un acuerdo de cooperación para la exploración, refinación e intercambio técnico petrolero. En ese marco se acuerda crear una empresa conjunta para ampliar la capacidad de la planta de RECOPE en Moín, Limón.

 Tras un recurso de amparo planteado por el diario La Nación, la Sala Constitucional obliga al Gobierno a publicar información sobre la venta de bonos de la deuda interna por $300 millones al gobierno chino, que había sido declarada “secreto bursátil” por el entonces ministro de Hacienda Guillermo Zúñiga. Se revela en la prensa que el depositario de la operación bursátil es el banco BCT, del cual era socio y directivo el embajador en Pekín Antonio Burgués, según el Registro Mercantil. El diplomático aseguró que desconocía la escogencia del banco como depositario.

 El gobierno chino donó un estadio de fútbol de $60 millones que actualmente construye en el parque La Sabana en San José, como parte de un paquete de ayuda que originalmente contemplaba el financiamiento de unos 30 proyectos de carácter social.


 Fuente: Oilwatch Mesoamérica