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Los intereses capitalistas de la industria farmacéutica transnacional versus el acceso del pueblo a medicamentos y salud

30-9-08

La reacción generada en los sectores monopólicos y oligopólicos por la aplicación en su totalidad la Ley de Propiedad Industrial venezolana y vigente por parte del SERVICIO AUTONOMO DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL (SAPI) actuando por delegación de competencia del MINISTERIO DE INDUSTRIAS LIGERAS Y COMERCIO, es en realidad INSOLITA.

La decisión soberana del Estado Venezolano de denunciar el Acuerdo de Cartagena en fecha 22 de abril de 2006, trae como consecuencia la desaplicación de las decisiones andinas que nacen en el seno de tal Acuerdo, excepto aquellas decisiones que tuvieran que ver con el proceso de liberación arancelaria, caso en el cual el mismo Acuerdo de Cartagena establece un tiempo de (05) años o menos si el Estado denunciante así lo decide.

Siendo así, y haciendo un análisis de toda la legislación, el SAPI, determinó que definitivamente era hora de desaplicar en su totalidad la referida Decisión 486, siendo que en fecha 17 de septiembre de 2008 éste Servicio Autónomo publicó un AVISO OFICIAL, en un periódico de circulación nacional, recordando la denuncia del Acuerdo de Cartagena en fecha 22 de abril de 2008 y que en vista de ello se agradecía tomar todas las previsiones pertinente para aplicar la Ley de Propiedad Industrial vigente.

La industria transnacional Farmacéutica y sus Abogados lacayos, han reaccionado de forma inmediata tratando de hacer calar en la conciencia del colectivo que si se aplica la Ley nacional se estaría amenazando el derecho a la salud, también tratan de acuñar la expresión que “la aplicación de la Ley de 1955 producirá la desinversión en el sector farmacéutico”. Todo ello porque el artículo 15 de la Ley prohíbe el patentamiento de medicinas, bebidas y alimentos así como agroquímicos.

¿La respuesta ?. Muy fácil : con la decisión soberana de denunciar el Acuerdo de Cartagena siendo su consecuencia la aplicación en su totalidad de la Ley de Propiedad Industrial del año 1955, Venezuela ha tocado de forma directa el bolsillo de las transnacionales y como dice el dicho : “Métete con el santo pero no con la limosna” o mejor : “Por la Plata baila el mono”.

La transnacional farmacéutica chilla, chilla y chilla sin parar, porque Venezuela atenta contra el negocio de esos enormes monopolios y oligopolios que andan por allí libremente como que si su condición monopólica y oligopólica es una excepción a lo estipulado en el artículo 113 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, el cual PROHIBE los monopolios.

Ellos le venden al lector del Nacional, el Universal (periodicos de larga y conocidaposicion oligargica y defensores de los intereses foraneos) y sus refritos así como al televidente de esos canales golpistas y sus refritos, la tesis que se parará en el país la inversión para la producción de medicamentos si se aplica en este momento la Ley de la Propiedad Industrial vigente, pero lo que no le dicen es que tal decisión impide que ellos continúen expoliando nuestros dólares petroleros a través de sus licencias que lamentablemente son denominadas como “inversión extranjera” cuando en realidad no invierten ni medio en nuestra patria, tampoco generan empleo ni mucho menos hacen el aporte social que una industria de esa magnitud debería aportar. Basta con verificar dónde están instauradas las fábricas o industrias de manufactura de medicamentos o ver dónde se encuentran esos grandes laboratorios, NO HAY una sola industria transnacional de estas en Venezuela, ellos lo que hacen es traer para acá su titulo de patente otorgado en el país de origen y lo hacen valer aquí, luego con la sola solicitud de la patente comienzan a declarar regalías de

¿Por qué no le dicen al país entero que el hecho que un medicamento tenga patente encarece su precio ?, y que si los mismos no se patentan su costo será cinco veces menor y por tanto todos tendremos más acceso a los medicamentos y a la salud y que ello es así porque la patente simplemente es en la actualidad un derecho de exclusividad por 20 años para la ganancia exclusiva de una sola persona sobre el derecho a la salud y a la vida de muchas.

La Industria Farmacéutica transnacional cree que el pueblo venezolano es ignorante, piensan que diciendo esas mentiras al pueblo éste les creerá, sólo creerán aquellos que lo quieran hacer, porque esto es una trampa más del imperio, que como sea necesitan seguir mercantilizando los derechos mas fundamentales del hombre, la mujer, nuestros jóvenes, niños y niñas, como lo es en este caso la salud y la vida. Debemos saber que el hecho que un medicamento no se patente ello no es obstáculo para que éste se comercialice ya que la competencia de otorgar permiso sanitario para la circulación en el mercado de los medicamento corresponde única y exclusivamente al Ministerio del Poder Popular para la Salud y para nada depende del SAPI.

Estos consorcios monopólicos y oligopólicos, creen que causando terrorismo mediático en la población entonces el país va a retroceder en esta búsqueda de darse soberanía en la tecnología, en la salud y en la alimentación, estos PITIYANQUIS no podrán lograrlo porque esta es una revolución que nació para no morir porque tiene el fuego eterno que la mantiene y la sangre joven que la oxigena, debemos enfrentar esta lucha con gran fortaleza porque la patria así lo requiere, ya basta de seguir permitiendo que estas transnacionales continúen especulando con la salud de un pueblo, jugando con su angustia y con su tranquilidad.

Si en este país no se patentan los medicamentos, tal como lo prevé nuestra ley nacional vigente en la materia, simplemente quedará en el dominio público todas esas tecnologías divulgadas, lo máximo que pasará es que la industria nacional se desarrolle en la elaboración de tales medicamentos, acabándose el terrorismo judicial instaurado por estas corporaciones, pudiendo la industria nacional y hasta el mismo estado producir medicamentos y satisfacer las necesidades del pueblo en materia de medicamentos a precios accesibles y en algunos casos de forma gratuita, quedando el bienestar y la salud de muchos por encima de los intereses mezquinos de estos grandes consorcios capitalistas.


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