Fuego amigo de Panamá

Por Andrés Espinosa Fenwarth

Panamá tiene una deuda perenne de gratitud con Colombia, que en los últimos años se muestra renuente a reconocer, como lo haría una nación que se jacta de ser amiga del pueblo colombiano. En los años setenta, el colorido y visionario general panameño, Omar Torrijos, soñaba con la restitución del canal y la recuperación de la soberanía territorial y comercial de su país. Gracias a las gestiones diplomáticas y de amistad personal desplegadas por el entonces presidente colombiano Alfonso López Michelsen, se hacía realidad esta quimera, que parecía imposible de alcanzar.

En efecto, el 24 de marzo de 1975, López Michelsen lideró las conversaciones en la isla de Contadora, con el apoyo de los jefes de Estado de la época, Daniel Odúber de Costa Rica y Carlos Andrés Pérez de Venezuela, diálogos que a la postre le permitieron a EE. UU., en cumplimiento del Tratado Torrijos-Carter suscrito el 7 de septiembre de 1977, devolver las portentosas instalaciones del canal a Panamá a comienzos del 2000.

Así, pues, no cabe duda alguna que la devolución del canal es el trance más significativo de la historia económica y política del vecino país, evidenciada desde la separación del Departamento de Panamá de la República de Colombia acaecida en la oscura noche del 3 de noviembre de 1903. Por ello, nos genera asombro y frustración la reiterada ausencia de cooperación oficial en cuestiones comerciales por parte del gobierno panameño. En septiembre de 2010, nos vimos forzados a pararnos de la mesa de negociaciones del TLC con Panamá, por la falta de transparencia y las dudosas prácticas mercantiles verificadas en las operaciones aduaneras de la Zona Libre de Colón, ubicada en la costa Caribe del canal de Panamá.

El Gobierno y la Fiscalía General de la Nación han identificado recientemente sofisticadas operaciones delictivas de comercio exterior, según las cuales empresas establecidas en Colombia importan textiles desde China, pero que ingresan por Panamá, “falseando los valores de los bienes declarados, con lo cual reducían el valor del impuesto a pagar”. De acuerdo con la Fiscalía, con esta maniobra “lograban pagar un arancel menor y aumentaban la utilidad, pero afectan a la demás empresas que si pagan el valor real de las mercancías”.

A ello se suma el Informe del Órgano de Apelación de la OMC sobre los aranceles compuestos aplicados a los textiles y calzados provenientes de Panamá, dictamen que si bien repudia estas tarifas, confirma que la subvaloración de importaciones es un método usado para el lavado de activos detectado por las autoridades colombianas y los organismos internacionales que intervienen en la lucha contra el lavado de activos y el comercio ilícito. Ahora le corresponde al Ministerio de Comercio e Industria acatar el fallo, aplicar los aranceles consolidados máximos que autoriza la OMC, restablecer los precios mínimos y asignar a Buenaventura como único puerto de importación.

Como diría Balzac, ¡tanta ingratitud solo puede provenir de la imposibilidad de pagar!

Fuente: Portafolio

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