Lo que se viene

Etecé, Perú, 6 de abril 2004

Lo que se viene

Francisco Cohello Puente

Un Tratado de Libre Comercio con EE UU obliga al Perú a acelerar un conjunto de transformaciones estructurales y culturales para salir beneficiado -y no arrasado- de la apertura total a las importaciones norteamericanas y de la nueva relación con ese gigantesco mercado de 285 millones de habitantes. ¿Está el país preparado para ese descomunal reto?

«Si quieres jugar contra el Real Madrid, tienes que ser como el Real Madrid». En estos términos resumió un empresario exportador peruano su trajinado periplo en busca de mercados en el exterior y el reto que puede significar para los compatriotas la eventual firma de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos.

El libre comercio obligará al país, agregó, aferrándose a la metáfora futbolística, a reconocer que el rival ya no es el Unión Huaral, el Atlético Universidad o el Deportivo Wanka; se tendrá enfrente al Milán, al Arsenal o al Bayern de Munich, y entonces -añadió- no quedará mas remedio que jugar como ellos.

Más allá de los aspectos polémicos relacionados con los plazos, los preparativos o la negociación propiamente dicha, lo que queda en claro es que un TLC con Estados Unidos puede transformar la vida del país, si el país, por supuesto, así se lo propone. Ingresar a la «liga mayor», como se le ha llamado, es un desafío que implica vencer obstáculos y cambiar una serie de aspectos que van más allá de la simple barrera arancelaria.

Las legislaciones de muchas actividades económicas, institucionales, sociales y humanas; la posibilidad de perder o de ganar empleos; la oportunidad de crecer o resignarse al subdesarrollo; la inserción o no en el vértigo de la carrera comercial o el simple hecho de comprar un producto más barato en un supermercado: todo eso y mucho más puede cambiar.

Lo claro de la vorágine de este tratado es que la discusión no radica en si el Perú lo debe firmar o no. Existe prácticamente un consenso de que su rúbrica es un imperativo ineludible de estos tiempos. La cuestión es cómo sacarle el máximo provecho, y para ello son de vital importancia no solo los términos de la negociación o la manera en que juegue el país a partir del pitazo inicial, sino también los preparativos que se hagan internamente en todos los aspectos involucrados, tanto institucionales como culturales.

ATADOS AL TRATADO

Fue el 18 de noviembre de 2003 cuando el representante de Comercio de Estados Unidos, Robert Zoellick, anunció oficialmente la decisión de su país de iniciar negociaciones de un TLC primero con Colombia y, posteriormente, con el Perú y Ecuador.

Las fechas para el comienzo de las conversaciones con el país que preside Álvaro Uribe Vélez serán el 18 y 19 de mayo, y aunque el Perú podría empezar su negociación antes de que finalice ese mes, la posibilidad de que se adhiera a las conversaciones en Bogotá permanece latente.

En el largo proceso negociador, lo que se definen son las reglas de juego. Es decir, si el TLC es el gran e inacabable partido entre el Perú y Estados Unidos, lo que las conversaciones definen son las pautas, directivas y obligaciones que cada país va a tener y quién va a ser, en el caso de un diferendo, el árbitro del encuentro.

Las negociaciones sobrepasan largamente el aspecto arancelario. El esquema de trabajo tiene por delante, por el lado peruano, a una Comisión Multisectorial, a un Comité Técnico Negociador y a siete mesas independientes que se reúnen con sus homólogos norteamericanos en igual número de temas ya determinados (ver recuadro).

Será de esos temas de donde irán saliendo los aspectos más sensibles. Mercedes Aráoz, una de las coordinadoras peruanas del equipo negociador, señala que los temas de propiedad intelectual, de compras del estado y de las ayudas internas (también llamadas subsidios a la agricultura) son aquellos en los que podría haber mayores dificultades.

La propiedad intelectual es un problema titánico. Solo en el sector fonográfico, 10 casas productoras y 300 establecimientos de comercialización legal de CD han salido del mercado peruano, con el correlato que esto tiene en el empleo, durante los años 2001 y 2002.

La Alianza Internacional de Propiedad Intelectual, con sede en Londres, señala que la industria legítima de grabación discográfica en el Perú casi ha desaparecido en los últimos dos años y que el nivel de piratería, de 98 por ciento, es uno de los más altos del mundo. Junto a ello, libros, películas de cine y TV, videojuegos, softwares y DVD se reproducen impunemente en el país.

Los operativos de Indecopi, que en el caso de los CD han terminado en la incautación de 6 millones de copias y la apertura de 1.000 procesos penales, así como en el incremento de las penalidades, han sido insuficientes para contener el delito. En este tema, Estados Unidos solicitará una protección más efectiva para los derechos de autor.

En el mismo campo, se prevé, asimismo, conflictos en la protección a las patentes de los productos farmacéuticos. Las diferencias entre la producción local de medicamentos genéricos y el carácter social que estos tienen en el combate contra enfermedades como el sida, la TBC o la hepatitis, por un lado, y el derecho de las transnacionales, que han invertido millones de dólares en investigar y crear las fórmulas de fabricación, por otro, serán un seguro escenario de pugnas.

Eduardo Ferreyros, del Ministerio de Comercio Exterior, señala que lo que Estados Unidos está pidiendo es que las fórmulas que tanto dinero les ha costado a los laboratorios norteamericanos elaborar tengan una protección de 5 años antes de ser utilizadas por otros. «Ese será uno de los temas de negociación». Para Aráoz, no obstante, otro tema de inevitables fricciones será el agrícola. Las ayudas internas que Estados Unidos provee a sus exportaciones de leche, arroz, lácteos, azúcar, algodón, trigo, maíz y carnes es un aspecto en el que, según los antecedentes, los norteamericanos no estarán dispuestos a ceder.

El trigo, por ejemplo, llega al Perú con un precio equivalente al 50 por ciento de su costo de producción y el maíz, con un 20 por ciento menos. La paradoja es que, pese a que se afecta a un grupo de productores nacionales, alimentos como el pan, las galletas o los fideos que se fabrican en el país llegan a precios menores.

Estados Unidos, dice Aráoz, considera que el asunto debe ser tratado en un foro internacional, la OMC, pues allí están los principales protagonistas de este tema, que son la Unión Europea y Japón. «Va a ser complicado convencerlos, pero vamos a plantear medidas de moras, salvaguardas y una batería de herramientas sobre este aspecto», reconoce.

El presidente de la Convención Nacional del Agro Peruano (Conveagro), Luis Zúñiga Rosas, lo tiene claro: «No vamos a permitir que se firme un tratado sin que seamos escuchados. Un TLC con esos subsidios significaría liquidar al 30 por ciento del país, que vive directa o indirectamente del agro. No tememos competir, pero en igualdad de condiciones», precisa.

LA PRETEMPORADA

El tiempo de las negociaciones y lo que los empresarios peruanos y el estado hagan antes de la firma será una especie de pretemporada, esa etapa en la que los jugadores profesionales endurecen músculos, acondicionan su físico y preparan el cuerpo para la competencia.

Hay, sin embargo, competencias anteriores y torneos paralelos que permiten vislumbrar el nivel en el que el Perú se encuentra y las estrategias que usará su competidor. El TLC que ha firmado Estados Unidos con Chile y el que ha negociado con cinco países de Centroamérica (Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua) son ilustrativos.

El Perú inició en los albores de la década de los 90 un proceso de apertura comercial que, si bien no se ha profundizado, lo ha dejado en posibilidades óptimas para emprender este TLC, en el que irremediablemente deberá desgravar una serie de bienes y servicios y con ello afectar a los sectores menos competitivos.

Chile, en cambio, en niveles de apertura comercial, ostenta una apreciable ventaja. La liberalización comercial del país del sur y su apuesta por los mercados mundiales desde los años 80 lo han llevado a tener un arancel promedio de tres por ciento antes de la firma de su TLC con EE UU (que se ha ido a 1,5 por ciento en el marco del tratado), contra el 10,4 por ciento que ostenta el Perú en la actualidad. Ese es, sin embargo, solo el aspecto comercial. Chile tiene una institucionalidad consolidada, una clase política que ha apostado por un modelo económico y de desarrollo más allá de las alternancias políticas, un Poder Judicial que no admite cuestionamientos, apreciables estándares de competitividad y escasos niveles de corrupción en todas sus instancias.

Esa es en el Perú la agenda pendiente y que se engloba en las llamadas reformas del estado de segunda generación. Lo que ofrece el TLC por el momento es, no obstante, mejor que el panorama de los países que han negociado el Cafta (El Salvador, Guatemala, Costa Rica, Nicaragua y Honduras), que no tienen los niveles de apertura a los que arribó el Perú después de los 90.

EL PUNTO DE PARTIDA

Esas bases y los puntos de partida de las negociaciones marcarán el derrotero de lo que el país va a enfrentar. Y será en esas reuniones donde se definirá gran parte de lo que se debe y no se debe cambiar internamente. El punto de partida va a tener una importancia capital. ¿Por qué?

Estados Unidos es el primer socio comercial del Perú, país al que llega 27 por ciento de sus exportaciones y del que recibe el 19 por ciento de sus importaciones. Uno de los vínculos comerciales y políticos más sólidos entre los dos países es la Ley de Promoción Comercial Andina y la Erradicación de la Droga (Atpdea), que tiene vigencia hasta 2006.

Mediante la Atpdea, 95 por ciento de lo que exporta el Perú a Estados Unidos ingresa a este país con arancel cero. Entre esos productos destacan los textiles, cuyas exportaciones al país del norte, según Prompex, han crecido 33,8 por ciento en los últimos 12 meses.

Si el Perú empieza las negociaciones con el Atpdea como punto de partida, será mucho más lo que pueda ganar y menos lo que deba ceder. Una negociación que parta de cero, en cambio, podría llevar a que mantenga sus actuales beneficios y ceda en gran parte de su apertura.

Un antecedente es la Iniciativa para la Cuenca del Caribe que los países del Cafta tenían antes de negociar su TLC con Estados Unidos. Esta iniciativa les permitía ingresar con arancel cero al mercado norteamericano y sin ningún tipo de restricciones. A pesar de que solicitaron arrancar las negociaciones con esa base, Estados Unidos impuso empezar de cero.

«Eso de partir de cero significó un shock para los negociadores y determinó que en siete rondas de negociaciones los países de Centroamérica consiguieran lo que ya tenían; a cambio de eso, se tuvieron que ir abriendo y haciendo concesiones», dijo en un foro sobre el tema Juan Manuel Villasuso, coordinador costarricense del TLC Centroamérica-EE UU.

PREPARANDO EL CAMINO

La cal marcará las dimensiones de la cancha de fútbol, pero eso no implica que antes los equipos no se vayan preparando. En la pretemporada, en los camerinos y en la calistenia previa se estará jugando gran parte de las posibilidades de empatar, perder o ganar.

Junto al tema de acceso al mercado (aranceles), también serán parte de las negociaciones otros como facilitación del comercio, inversiones, contratación pública, compras estatales, servicios financieros, políticas de competencia y mecanismos de defensa comercial, así como temas laborales y de medio ambiente.

Mientras tanto, hay muchos aspectos en los que se puede y debe avanzar. El déficit de competitividad en el Perú tiene su raíz, en parte, en los 18 mil millones de dólares que se deben invertir en infraestructura, aspecto en el que poco o nada se avanza.

La modernización de los puertos, a través de la privatización, la concesión o el contrato de gerencia, es una de las prioridades en un escenario de exportaciones y de competitividad. El presidente de Prompex, José González García, señala que en un puerto de Shangai se pueden descender 220 contenedores por hora, contra solo 27 o 30 en el Perú.

Recuerda, además, la gran importancia de Estados Unidos como mercado. No solo son sus 288 millones de consumidores, sino la importancia de su cercanía a nuestras fronteras. Una embarcación puede llegar en ocho días, contra los 29 o 30 días que demora el transporte de una exportación a Europa.

LAS COMPRAS ESTATALES

Otros dos temas capitales en los que habrá que empezar a trabajar serán la legislación laboral y las compras estatales. En el primer caso, la experiencia de Centroamérica y la de Chile indican que lo que busca EE UU es incentivar el respeto por las legislaciones de cada país.

Pero más allá de ello, la polémica queda abierta entre los que piden mayores protecciones para el trabajador, por un lado, y mayor flexibilidad, por el otro. Para Mercedes Aráoz, sería restarle rigidez al régimen laboral y disminuir la reglamentación que obstruye la creación de nuevos puestos de trabajo. En cuanto a las compras estatales, según Patricia Teullet, la legislación es enrevesada, privilegia al proveedor nacional con un puntaje extraordinario, diferencia discriminatoriamente la licitación nacional de la internacional y establece que se tiene que comprar un 40 por ciento a las pymes.

Sin embargo, Aráoz señala que, a pesar de que hay que reducir al mínimo la discriminación, es posible tomar en consideración la protección a la pequeña y mediana empresa, un mecanismo que contemplan los propios reglamentos de compras públicas de EE UU.

No se trata de algo trivial, y amerita un estudio técnico profundo. Chile, que no ha optado por ningún tipo de restricción, puede participar en el universo de 203.500 millones de dólares anuales de compras públicas que realizan 37 estados y el gobierno central de Estados Unidos. ¿Cuánto perjudica y cuánto beneficia la reciprocidad? Pues las empresas norteamericanas también pueden ofertar sus productos, desde papelería hasta bienes más pesados.
Otros tipos de normas también serán esenciales. Según Comex, el Perú tiene un bajo índice de protección efectiva al acreedor, que apenas llega a 0,15, contra un índice de 0,47 que ostentan los países del sudeste asiático. ¿Cómo se puede atraer inversión si los acreedores se encuentran desprotegidos y a quien se protege es a los morosos?, se pregunta.

Pero además, delante de todas estas modernizaciones, incluso con mayor urgencia que la necesidad de mejorar la productividad y modernizar las legislaciones, está lo imperioso de rescatar la calidad de la educación peruana, una de las mas bajas del mundo y con menor inversión per cápita: apenas 200 dólares por año.

EL GRAN RETO

El camino hacia el TLC es irreversible y no deja elección. Alan Fairlie, economista y especialista en negociaciones comerciales internacionales, señala que, en condiciones normales, una economía pequeña necesariamente requiere de una adecuada inserción internacional.

Sin embargo, la urgencia en nuestro caso es aun mayor, pues otros países, incluso los propios vecinos, están en ese proceso, por lo que quedarnos al margen sería absolutamente fatal. «Eso sería muy perjudicial por el tema de la liberalización del comercio y habría que evitarlo», subraya.

Está claro también que, una vez firmado el TLC, no hay vuelta atrás y solo queda amarrarse bien los pantalones. Por ello, Fairlie pone énfasis en la necesidad de negociar mecanismos compensatorios sobre la base de los antecedentes que existen. En el caso de Chile, se lograron salvaguardas a productos culturales como audiovisuales y software, a pesar de los intereses y presiones de la industria audiovisual de Estados Unidos.

También será indispensable tomar en cuenta el tamaño y el nivel de desarrollo de las economías, punto que se suele considerar en no pocas negociaciones y que va a ser abordado en una eventual Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA).

«Lo que debemos tener claro es qué vamos a pedir en cada rubro y hasta dónde estamos dispuestos a ceder. Costa Rica dio el ejemplo y estuvo dispuesto a pararse de la mesa si se le exigía más allá de la cuenta. Tenemos que hacer concesiones, pero tenemos que tener claro hasta dónde».

Por otro lado, alerta Fairlie, se ha enfatizado en que solo habrá beneficios, pero todo tratado tiene también costos y es fundamental tratar de estimarlos. ¿Por qué no hay estimaciones de un impacto del TLC en determinados rubros? ¿No estamos dando ventajas en materia de previsión?

El país se juega muchas de sus opciones y corre el riesgo de que, como tantas otras veces, deje pasar el tren de la oportunidad. Por eso es importante, como señala el costarricense Villasuso, llegar a la negociación con las respuestas en el bolsillo y, sobre todo, con la respuesta fundamental: qué modelo de desarrollo queremos.

(Con la investigación de Paul Nakamurakare y Armando Bustamante)

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