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La metamorfosis de Cafta

La metamorfosis de Cafta

Julio Ortega Tous

Gregorio Samsa se despertó un buen día convertido en un gran insecto. Una cucaracha enorme. la metamorfosis de Gregorio Samsa, el atribulado personaje de la obra de Franz Kafka, es comparable a la metamorfosis que está sufriendo República Dominicana, a manos no de Kafka, sino de su pariente Cafta. ¿Qué tiene que ver Kafka y el Cafta? Que ambos produjeron una metamorfosis en muy poco tiempo. Kafka transformó las miserias de Gregorio Samsa en un insecto o cucaracha, y el Cafta está transformando la economía dominicana. No precisamente en un insecto. Pero sí en una en que sus capacidades productivas se ven cada vez más mermadas. Entonces, el objetivo de traer “prosperidad y bienestar” a través del libre comercio para las pequeñas naciones de la región, no se están verificando, la menos con el Señor Cafta.

Cuando los gobiernos de América Central y Estados Unidos iniciaron negociaciones para un Tratado de Libre Comercio en 2003, en Santo Domingo surgieron voces cataclísmicas, gritos de alarma desesperados que auguraban un desastre económico sino entrábamos al tratado. ¿Por qué América Central decidió embarcarse en un Tratado de Libre Comercio con EEUU? En primer lugar, el establecimiento de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 1994 estableció que “las preferencias arancelarias a una sola vía debían ser desmontadas en un plazo de unos años, ya que son subsidios cruzados incompatibles con el comercio libre”.

Es decir, tratos comerciales como el otorgado por Estados Unidos a la Cuenca del Caribe en las varias versiones de Iniciativa de la Cuenca del Caribe (ICC) desde la década de los años 80, se convirtieron en ilegales en la nueva arquitectura comercial mundial. Un triunfo bárbaro de los postulados neoliberales reinantes en aquellos años. En la ICC los Estados Unidos otorgaron preferencias comercial unilaterales a los países de América Central y El Caribe. Nuestros productos entraban allá sin aranceles, en más de un 90% del comercio, sin exigir lo mismo a los raquíticos y pobres países de la región. Era evidente que nuestra capacidad para “competir” con las empresas norteamericanas era prácticamente nula. Entonces, nos transformaríamos en importadores netos de EUA, en lugar de exportadores como lo éramos.

Veamos las cifras. En el año 2002 exportamos a EUA un total US$4,222 millones e importamos US$2,896 millones. El saldo comercial fue de US$1,326 millones a nuestro favor. En 2005, primer año después de la firma del Cafta, exportamos US$4,406 millones e importamos US$3,722 millones, para un saldo comercial todavía favorable de US$683 millones. En el 2009, nuestras exportaciones fueron de 2,903 millones y las importaciones provenientes de EEUU fueron de 5,090 millones, pero el año anterior en 2008 esas mismas importaciones fueron de 6,636 millones. Los saldos comerciales fueron, respectivamente, de US$2,187 millones negativos para RD en 2009 y de 3,214 millones negativos en 2008. Durante toda la vigencia del Cafta hemos exportado US$12,252 millones a EEUU, y hemos importado desde ese país US$19,704 millones para un saldo comercial total negativo de US$7,641 millones en tres años del funcionamiento del Cafta. Las exportaciones de Zonas Francas, que fue la “excusa” para justificar e imponernos al Cafta, han pasado de un saldo positivo de US$1,901 millones en 2002 a un saldo negativo de US$1,32 millones en 2009. ¿Y entonces?

El mismo desmonte sucedió con las preferencias comerciales unilaterales que concedía la Unión Europea a los países del Convenio de Cotonou. Por esa misma razón, los países de África, el Caribe y el Pacífico (ACP), beneficiarios de las preferencias comerciales que le otorgaba Cotonou, han tenido que negociar en 6 diferentes subgrupos regionales, Acuerdos de Asociación Económica, conocidos por sus siglas en inglés de EPA’s con la UE. En nuestro caso, somos parte del EPA firmado entre los países del Caribe y la Comisión Europea. Resultaría interesante hacer un estudio comparativo entre las obligaciones, beneficios, daños y efectos del EPA del Caribe con la UE, respecto a las obligaciones, efectos, beneficios o pérdidas y daños de DR-CAFTA con Estados Unidos.

Los países pobres hemos quedado presos en la trampa de la OMC. Obligan a desmontar lo que consideran “subsidios cruzados de los acuerdos comerciales preferenciales” que favorecían a los países subdesarrollados, pero no se llega a nada en la Ronda Doha, para desmontar los gigantescos subsidios a la producción industrial, la agricultura, la investigación y otros, que existen en los países desarrollados. El cambio del paradigma económico luego de la gran crisis financiera de los países desarrollados desde 2008, debe conllevar a un replanteamiento de las relaciones asimétricas y perjudiciales para los países en desarrollo que estableció el acuerdo de la OMC. Muchos países no cayeron en la trampa. Brasil, India o China se han negado a abrir sus mercados, pero estas son economías gigantes. Pero también los países del Caricom no cayeron en el chantaje de que sino negociaban un acuerdo de libre comercio o el ALCA, quedarían aislados de la economía mundial. Para los dominicanos el Señor Cafta ha traído una Metamorfosis más devastadora que la que le ocurrió a Gregorio Samsa a manos del Señor Kafka. Pensemos como revertirla sin aislarnos de la economía mundial.


 source: Listin Diario